A Josep Esteve i Soler (4-1-1930 / 30-3-2019), el ADN farmacéutico le fue inoculado desde muy joven. Con sólo 23 años ya se incorporó a la empresa familiar que fundó mi abuelo, Antoni Esteve i Subirana. Mi padre, al igual que yo mismo, pasó por todas los rincones de la empresa, desde investigación química hasta el animalario, o el almacén de expediciones. “La empresa se vive desde dentro” decía, y así también lo hizo con sus hijos, inculcándonos a todos lo que él vivió con pasión: velar por la salud de las personas.
Josep Esteve i Soler, Presidente de Honor del grupo farmacéutico Esteve y de la Fundación Dr. Antoni Esteve, y miembro de la sexta generación de farmacéuticos de nuestra familia, nos dejó hace unos días a la edad de 89 años; lo hizo con la misma serenidad con la que vivió su vida y, por nuestra parte, tuvimos la fortuna de poder estar a su lado hasta el último momento.
Es muy difícil separar el líder empresario del padre de familia, al presidente de la compañía del patriarca. Desde niño, la empresa ha estado siempre mezclada con la familia y ha aderezado comidas, cenas y escenas familiares. Ya de pequeño, mi padre jugaba al fútbol en los terrenos que ocuparon la antigua sede de la compañía, que finalmente después de tanto tiempo dejamos hace apenas unos meses para trasladarnos a un entorno más empresarial. Allí íbamos también nosotros de pequeños, cuando los sábados eran días laborables.
Mi padre siguió la tradición y se convirtió en el sexto farmacéutico de la saga Esteve, y rápidamente heredó la vena emprendedora de mi abuelo, incorporándose a la empresa sin haber apenas pisado la antigua Farmacia Esteve de Manresa (1787).
Visionario
Como empresario, fue visionario y trabajó para explorar otros mercados, y aportar nuevos y mejores medicamentos al mercado español. Cuando la internacionalización era aún muy incipiente en España, él vio oportunidades donde otros veían limitaciones. Las primeras exportaciones de Esteve se remontan a finales de la década de los 50 y, del mismo modo, supo traer nuevas moléculas desarrolladas por terceros y ponerlas a disposición del sistema sanitario en España.
Cuando su padre enfermó a principios de los años 70, él fue el artífice de la estrategia de crecimiento de la compañía en base a tres pilares: acceder a nuevos productos, explorar mercados internacionales y defender los intereses del sector, todo ello fundamentado en una valiente apuesta por la investigación.
Recibió reconocimientos públicos en los ámbitos académico, científico, político y económico. Además de la Orden Civil de Sanidad y de la Creu de Sant Jordi, fue académico de las reales academias de Farmacia y Medicina de Catalunya, de la Academia de Farmacia de España, de la Academia de Farmacia de Francia y de la Academia de Doctores de Catalunya y Balears. Asimismo, fue miembro de diversos patronatos (entre ellos de la Fundación Príncipe de Asturias) y recibió varios premios, como el de Mejor Empresario del Año, otorgado por Actualidad Económica en 1997.
En defensa del sector
Mi padre se implicó en la defensa de los intereses del sector farmacéutico, liderando y presidiendo la patronal Farmaindustria en dos ocasiones, y como representante de la patronal española en el Consejo de la International Federation of Pharmaceutical Manufacturers Association, alcanzando grandes hitos frente a Gobiernos de distinta ideología sobre la industria farmacéutica como sector de interés estratégico para cualquier país avanzado
Definiría su pasión por la compañía, por la innovación y por el sector como una vocación extraordinaria, romántica e incomparable, sin un no para nadie y muchos síes para todos; su generosidad no tenía límites. Así nos enseñó a vivirlo. Su legado prevalecerá entre nosotros, y asumimos la responsabilidad de trasladarlo también a las generaciones venideras; con su memoria somos y seremos mejores personas.
Nuestra responsabilidad, y mejor tributo, será intentar mejorar su legado.
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