“Sí, yo experimento con animales y estoy orgulloso de hacerlo”. Éstas fueron las palabras que utilizó Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, hace ahora tres años para presentar una iniciativa de la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce) destinada a hacer más transparente la investigación científica con animales y, con ello, acabar con el tabú que todavía arrastraba el grueso de instituciones públicas de investigación en España.
Tres años después, son ya 140 instituciones las que se han sumado a esta iniciativa que, lejos de seguir ocultando la investigación con animales de laboratorio que realizan, explica públicamente sus motivos para esta clase de ensayos, los controles a los que está sometida, los beneficios que puede generar para la sociedad, el tipo investigaciones que realiza y con qué y cuántos animales.
Este ejercicio de transparencia es para Margarita del Val, vocal de ciencias de la Vida y de la Salud de Cosce, la prueba viva de que “las instituciones científicas ya no esconden o se avergüenzan de investigar con animales, sino que explican claramente a la sociedad cuál es su actividad y que lo hacen de manera ética“. Y es que, entre las 140 entidades firmantes del acuerdo de transparencia, el 96% de ellas considera que romper este tabú es un paso importante para la investigación biomédica en España y el 86% cree que supondrá además una mejora en la apertura de su propia institución.
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“Sí, yo experimento no animales y estoy orgulloso de hacerlo”
Esta transparencia va más allá de las obligaciones legales que, en la práctica, tienen las instituciones, que formalmente con la legislación actual (el Real Decreto 53/2013 y la Directiva 2010/63/UE sólo deben declarar a las autoridades competentes la estadística de uso de animales. En este sentido, Javier Guillén, de la Asociación Internacional para la Evaluación y Acreditación del Cuidado de Animales de Laboratorio, ha aclarado las deficiencias encontradas por la Comisión Europea en la trasposición que hizo España de las directivas sobre protección de animales para investigación y que motivaron el año pasado que España recibiera una carta de emplazamiento de Europa, han sido ya subsanadas por completo y correspondían sólo a cuestiones legales menores.
El informe en el que han acordado voluntariamente hacer más transparentes sus datos, elaborado de forma independiente por la European Animal Research Associaton (Eara), recoge los datos del antiguo Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) en 2017 hubo 802.976 animales con fines científicos y de docencia.
De esos más de 800.000 usos de animales, el 65% correspondió a ratones, seguidos de aves de corral (10,2%), ratas (7%), peces (5,5%), pez cebra (5,1%), conejos (3,2%) y cerdos (1%).
Si lo que se observa es el tipo de daño ocasionado al animal, las estadísticas mostraron que el 5,1% no se recuperó, el 51,6% sufrió un daño leve, el 34,9% uno moderado y el 8,2% un daño severo.
El objetivo fundamental de los ensayos fue la investigación básica (41% de los usos), seguida de la aplicada (35,9%), pero también hubo un importante uso reglamentario rutinario de control (15%) y para docencia se dedicó un 1,4% de los animales.
Sobre el objetivo de las investigaciones, las cifras muestran que los ensayos sobre el sistema nervioso central coparon casi un cuarto de las investigaciones básicas (23,9%), seguidas de las investigaciones sobre el comportamiento animal (22,2%), la oncología (8,6%) y las investigaciones sobre cuestiones cardiovasculares (7,9%).
Según el informe sobre cumplimiento de esta transparencia presentado por la Cosce, ha sido elaborado a partir de dos encuestas a un centenar de las entidades firmantes, una a las instituciones que usan animales en sus investigaciones y otras a las que se han adherido al acuerdo de transparencia pero no los usan.
Según las conclusiones del estudio, todas las firmantes habrían asumido los cuatro compromisos básicos del acuerdo de Cosce: hablar con claridad sobre cuándo, cómo y por qué se usan los animales de investigación; proporcionar información adecuada a los medios de comunicación y al público sobre las condiciones en las que se realiza esa investigación y los resultados que se obtienen con ella; promover iniciativas que generen un mayor conocimiento y comprensión de la sociedad sobre el uso de animales en investigación científica y, finalmente, informar sobre el progreso del acuerdo y su cumplimiento.
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