Entre 2016 y 2018 fueron 151 mujeres las asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, un 11,2% menos que en el anterior trimestre. Los datos son del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, del Consejo General del Poder Judicial, que muestra su preocupación porque 46 de estas víctimas, el 30,5% del total, había presentado denuncia previa contra su asesino, un porcentaje que ha aumentado tres puntos respecto al promedio de los últimos diez años. (Aquí el informe completo).
El paso de denunciar es muy importante y a partir de ahí “las distintas administraciones inician los trámites para la concesión de ayudas, adopción de medidas de protección e investigación de los hechos que pueda concluir con la condena al agresor”. En este sentido, el Observatorio hace un llamamiento a la sociedad pues la contribución de los familiares de las víctimas o de terceras personas puede llegar a ser decisiva. En este sentido, los datos aquí también son preocupantes, según el Consejo General del Poder Judicial, pues desde el entorno de la víctima” sólo se presentaron entre el 5 y el 7 por ciento del total de las denuncias”.
Ese entorno incluye al médico de Atención Primaria. Sobre el papel que debe tener ese primer nivel asistencial en la detección del maltrato contra la mujer dentro del seno familiar, María Castellano Arroyo, catedrática de Medicina Legal y Forense, miembro de la Real Academina Nacional de Medicina (RANM), y pionera en la investigación de la violencia contra la mujer en el seno familiar, lo tiene claro: “El papel del médico de AP es fundamental”.
En conservaciones con DM, tras un acto en la OMC de reconomiento a su trayectoria profesional, Castellano recordó que “las mujeres que viven un ambiente de violencia en su casa sufren unos cuadros de ansiedad, de tristeza, de falta de ilusiones, que la lleva a ir con mucha frecuencia a la consulta, manifestando patologías psicosomáticas, trastornos del sueño, trastornos del apetito, dolores diversos. ¿Cuánta gente está tomando ansiolíticos y antidepresivos sin que se resuelve el problema que está detrás causándolo?“.
Castellano apuntó la necesidad de que el médico anime a la mujer a que denuncie su situación. Pero, aunque este es un paso, como reflejan los datos del Observatorio no es suficiente para evitar la muerte o, por lo menos, no lo fue para un tercio de ellas. La forense advierte que con la denuncia de la situación “el riesgo de la víctima aumenta”. Entonces, según la experta el foco también hay que ponerlo en el agresor. Aquí, en buena parte, la labor del médico de Primaria deja paso al médico forense, cuya entrevista con el agresor y la víctima servirá de apoyo para que el juez dicte las medidas cautelares.
Las mujeres que habían presentado denuncia previa tenían una edad media de 38,3 años (en el trienio anterior fue de 41,7 años). Por tramos de edad, la mayor tasa de denuncias –un 47 por ciento del total- se dio entre las que tenían entre 16 y 25 años. Además, el porcentaje de mujeres que habían denunciado fue superior entre las extranjeras (el 31,5 por ciento de ellas) que entre las de nacionalidad española (el 29,9 por ciento). Casi la mitad de las que denunciaron (47,8) vivía con su agresor.
Según los datos analizados, el 64,9 por ciento de las víctimas vivía con el agresor en el momento de su muerte y el 45,7 por ciento tenía o había tenido un vínculo matrimonial con el asesino. Si se tienen en cuenta los diez últimos años, ese vínculo existía casi en la mitad de los casos: marido (42,8%), exmarido (3,8%), otra relación afectiva actual (29,3%) u otra relación afectiva terminada (24%).
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