En los países africanos la malaria afecta de forma más grave a embarazadas y niños, según el Informe Mundial sobre Malaria 2019 de la Organización Mundial de la Salud. Esta infección supone graves riesgos tanto para la madre como para el feto y el recién nacido, provocando partos prematuros y bajo peso al nacer, lo que puede llevar a aumentar la mortalidad neonatal e infantil.
Para evitar la transmisión de la enfermedad se han ampliado las intervenciones dirigidas a estos grupos. Entre estas medidas, la OMS recomienda el uso de mosquiteras tratadas con insecticida, que se administre preventivamente antimaláricos a menores de cinco años que viven en zonas de riesgo, así como el tratamiento profiláctico intermitente en lactantes y embarazadas. En 2018, el 61% de las embarazadas del África subsahariana dormían bajo uno de estos mosquiteros, frente al 26% en 2010. Además, la OMS considera fundamental diagnosticar la enfermedad y tratarla con rapidez para reducir los síntomas y la mortalidad.
Sin embargo, es necesario solventar las graves deficiencias de acceso a estas medidas básicas, ya que aproximadamente dos terceras partes de las embarazadas africanas no reciben las dosis de tratamiento profiláctico intermitente recomendadas durante la gestación y muchas de ellas no realizan todas las visitas médicas durante sus embarazos.
Menos infecciones
Entre 2000 y 2015 se redujo la carga de malaria a nivel mundial y muchos países están avanzando de forma rápida para eliminar la infección aunque el progreso se está ralentizando. En 2018 la OMS certificó la eliminación de la malaria en Paraguay y Uzbequistán y en 2019 se certificó también que Argelia y Argentina estaban libres de esta enfermedad, siendo ya un total de 38 países los que han alcanzado este hito. En la subregión del Gran Mekong también se ha notificado una constante disminución de los casos y muertes por esta enfermedad.
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Las medidas que se han tomado respecto a la malaria han evitado millones de casos y muertes desde el año 2000, aunque esta reducción se ha ralentizado, así como la mortalidad. En 2018, dos terceras partes (el 67%) de las muertes por esta causa en el mundo fueron de niños menores de cinco años.
La malaria sigue afectando principalmente a la región africana, donde se registraron el 93 por ciento de los casos y más de la mitad de ellos se concentraron en seis países: Nigeria (el 25% de los casos), República Democrática del Congo (el 12%),Uganda (el 5%) y Côte d’Ivoire, Mozambique y Níger (el 4% cada uno). Cerca del 3,5% de los casos de paludismo se registraron en la Región de Asia Sudoriental de la OMS, y el 2%, en la del Mediterráneo Oriental.
En cuanto a los avances a nivel mundial siguen siendo demasiado lentos. En la Estrategia Técnica Mundial contra la Malaria 2016-2030 se menciona que se debe reducir la incidencia del paludismo y las tasas de mortalidad por esta causa en, al menos, un 40% de aquí a 2020 con respecto a los valores de referencia correspondientes a 2015.
Más acción en países endémicos
Según el informe, es necesario intensificar las medidas en los países donde la malaria es endémica. En 2018, la OMS y la Alianza para Hacer Retroceder el Paludismo lanzaron la iniciativa De gran carga a gran impacto para acelerar los progresos en los 11 países que soportan la mayor carga de morbilidad de la enfermedad, que en 2017 acumulaban aproximadamente el 70% de los casos: Burkina Faso, Camerún, Ghana, India, Malí, Mozambique, Níger, Nigeria, República Democrática del Congo, República Unida de Tanzanía y Uganda.
Se estima que en 2018 hubo 155 millones de casos de paludismo en estos 11 países, y aunque en India y Uganda se produjeron grandes reducciones de los casos de malaria, en Nigeria y Ghana hubo un gran aumento de las infecciones
Esta iniciativa se basa en la voluntad política de reducir el número de víctimas del paludismo; la información estratégica para aumentar el impacto; la mejora de las orientaciones, políticas y estrategias; y la coordinación de la respuesta nacional contra el paludismo.
En 2019 se ha fortalecido la movilización social y los movimientos de promoción a través de la campaña ‘La malaria cero empieza conmigo’, así como la puesta en marcha de un proceso de desarrollo de repositorios nacionales de datos sobre el paludismo.
Desafío a la malaria
En septiembre de 2019, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS lanzó un desafío en la lucha antipalúdica y exhortó a la comunidad sanitaria mundial a aumentar las inversiones destinadas a la investigación y el desarrollo de nuevos instrumentos y enfoques para combatir la malaria.
Con este objetivo se han presentado diversos instrumentos, tecnologías y enfoques orientados a la lucha contra los vectores de la malaria para que la OMS los evalúe y formule nuevas recomendaciones. De esta forma se están analizando nuevos tipos de mosquiteras tratadas con insecticidas, repelentes espaciales (no tópicos) de mosquitos, trampas contra vectores, métodos basados en genética dirigida y cebos de azúcar diseñados para atraer y matar a los mosquitos Anopheles.
En 2019 Ghana, Kenia y Malaui, con la colaboración de los ministerios de salud de cada país y GSK, introdujeron la vacuna antipalúdica RTS,S en varias zonas seleccionadas como parte de un programa piloto coordinado por la OMS. Rigurosos ensayos clínicos han demostrado que la vacuna logra una reducción de 4 de cada 10 casos de malaria en niños pequeños. Las pruebas y la experiencia del programa servirán de base para futuras decisiones sobre políticas que aborden la posibilidad de ampliar la distribución de la vacuna. La financiación proviene de Gavi, la Alianza para las Vacunas, el Fondo Mundial y Unitaid.
Aumentar la financiación
Se ha estimado que la financiación total destinada al control y la eliminación del paludismo en 2018 fue de 2.700 millones de dólares, muy por debajo de la meta de 5.000 millones fijada por la Estrategia Técnica Mundial.
Cobertura sanitaria universal
Según el informe, toda la población en riesgo de contraer la malaria, en especial embarazadas y niños, deben tener acceso a los servicios de atención primaria de salud, esenciales para la prevención, diagnóstico y tratamiento del paludismo, así como parte fundamental de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Para su abordaje desde la OMS se propone el manejo integrado de casos por la comunidad, una estrategia que permitiría abordar la malaria, la neumonía y la diarrea, tres enfermedades infantiles comunes en poblaciones desatendidas y difíciles de alcanzar en el África subsahariana. Para su implantación es necesario contar con agentes de salud comunitarios capacitados. En ello están centrados 30 países. No obstante, su implementación en la mayoría de los países del África subsahariana sigue siendo pobre, principalmente debido a dificultades de financiación.
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