Durante décadas, se ha pensado que Merit Ptah (c. 2700 a. C.) fue la primera médica conocida por su nombre. En su honor, la Unión Astronómica Internacional bautizó un cráter de impacto en Venus como Merit Ptah. Sin embargo, Jakub Kwiecinski, del Departamento de Inmunología y Microbiología de la Universidad de Colorado e historiador médico, asegura este mes en Journal of the History of Medicine and Allied Sciences que nunca existió y es un ejemplo de cómo se pueden propagar los errores. “Casi como un detective, tuve que rastrear su historia, siguiendo cada pista, para descubrir cómo comenzó todo y quién inventó a Merit Ptah“.
El interés de Kwiecinski en Merit Ptah (‘amada del dios Ptah’) se despertó después de ver su nombre en tantos lugares. “En publicaciones científicas para mujeres, en juegos de ordenador, en libros de historia populares… Pero con todas estas menciones no había pruebas de que hubiera existido”. Kwiecinski afirma que Merit Ptah tuvo sus orígenes en la década de 1930 cuando Kate Campbell Hurd-Mead, historiadora médica y activista, se propuso escribir una historia de las mujeres médicas. Su libro fue publicado en 1938. Mencionaba la excavación de una tumba en el Valle de los Reyes, donde había una “foto de una médico llamada Merit Ptah, la madre de un sumo sacerdote, que la denominael Médico Jefe”.
Kwiecinski añade la falta de certidumbre. “Merit Ptah como nombre existía en el Antiguo Reino, pero no aparece en ninguna de las listas recopiladas de los antiguos curanderos egipcios, ni siquiera como uno de los ‘legendarios’ o casos controvertidos. También está ausente de la lista de mujeres administradoras del Reino Antiguo. No hay tumbas del Reino Antiguo (desde 2575 a 2150 a. C.) en el Valle de los Reyes, donde la historia ubica al hijo de Merit Ptah, y solo existen unas pocas tumbas de ese periodo en la necrópolis de Tebas”.
Pero había otra mujer con un parecido sorprendente con Merit Ptah. En 1929-30, una excavación en Giza descubrió una tumba de Ajethotep, un cortesano del Antiguo Reino, en la que una puerta falsa representaba a una mujer llamada Peseshet, presumiblemente la madre del dueño de la tumba, descrita como la ‘Supervisora de las mujeres sanadoras’. Peseshet y Merit Ptah coincidían en los mismos períodos y ambas eran mencionadas en las tumbas de sus hijos, altos funcionarios sacerdotales. Este descubrimiento fue descrito en varios libros y uno de ellos llegó a la biblioteca privada de Hurd-Mead. Kwiecinski cree que Hurd-Mead confundió a Merit Ptah con Peseseth. “Y así, de un caso incomprendido de una auténtica curandera egipcia -Peseshet-, nació Merit Ptah, la primera mujer médica”.
Su historia se extendió por todas partes, impulsada por la fiebre egiptológica de aquellos años y los continuos hallazgos de aventureros, historiadores y científicos. Era una tierra casi de cuento de hadas “fuera del tiempo y el espacio”, un caldo propicio para la creación de historias legendarias, fenómeno parecido a las actuales noticias falsas. “Finalmente, se asoció con una cuestión de igualdad de derechos extremadamente emotiva, partidista y profundamente personal”. Para Kwiecinski la parte más sorprendente de la historia no es el error en sí, no hay más que cambiar el nombre de Merit Ptah por el de Peseshet, sino la determinación de generaciones de mujeres historiadoras de recuperar la historia olvidada de las sanadoras.
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