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9.000 m² que abastecen de medicamentos a las Fuerzas Armadas

Aunque ya desde fuera parecen grandes, hasta que uno no accede a ellas no se da cuenta de su magnitud. Las instalaciones de almacenamiento y fabricación de medicamentos que el Centro Militar de Farmacia de la Defensa (Cemilfardef) tiene en la Base Logística San Pedro, en Colmenar Viejo (Madrid), cuentan con 9.000 metros cuadrados que albergan largos pasillos, tecnología punta, salas con novedosa maquinaria para la elaboración de fármacos y capacidad para albergar 5.000 palés. Todo ello, enmarcado en un entorno donde la limpieza y el blanco nuclear que proyectan las luces de neón son la nota dominante.

Este centro es el único laboratorio estatal que existe en España y ha estado en el punto de mira político en los últimos meses por ser una de las alternativas planteadas por Podemos para luchar contra los desabastecimientos de medicamentos. Para conocer cómo funciona este centro, qué fármacos fabrica y cual es su actividad diaria, DM ha visitado sus instalaciones guiado por su director, el coronel farmacéutico Antonio Juberías.

Antonio Juberías, coronel farmacéutico y director del centro, y Alejandro Blasco, capitán farmacéutico.

Antonio Juberías, coronel farmacéutico y director del centro, y Alejandro Blasco, capitán farmacéutico.

El propio Juberías cuenta que las instalaciones fueron entregadas en octubre de 2015 y que han permitido unificar las labores de producción de los otros dos centros que Farmacia Militar, junto al que estaba ubicado en Madrid, tenía repartidos por la geografía española: Córdoba, que ya cesó su actividad, y Burgos, que actualmente está destinado a la fabricación de productos que no tienen la consideración de medicamentos (repelentes de insectos, comprimidos para depurar agua, cremas de enmascaramiento…).

En concreto, en este centro se fabrican 78 presentaciones recogidas en el petitorio de Farmacia Militar del Ministerio de Defensa, que se dividen en tres formas farmacéuticas distintas: formas orales sólidas (comprimidos y cápsulas de gelatina dura), fármacos de tipo disperso (soluciones, emulsiones, suspensiones, pomadas, cremas, etc.) y productos estériles (ampollas, viales, autoinyectables, suero y jeringas prellenadas). “El 65 por ciento de las presentaciones que fabricamos son terapias para el tratamiento o apoyo al tratamiento de bajas nucleares, biológicas, químicas o radiológicas (NBQR). Esto quiere decir que lo que hacemos sobre todo son antídotos”, explica Juberías.

En la visita al centro, el punto de partida es el laboratorio de control de calidad. Allí, la teniente coronel farmacéutica Pilar Puente, explica la importancia que tiene esta unidad: “Aquí nos encargamos de analizar todo lo que se compra para el proceso de producción, tanto materias primas como material de acondicionamiento, así como todo lo que se fabrica”.
Y es que analizar meticulosamente todas las partes del proceso de elaboración del fármaco es algo que se lleva a rajatabla, no solo en su fase inicial, sino también en distintas partes de la fabricación y en el acabado final. “Controlamos además el agua de la planta de producción, hacemos ensayos de producto intermedio para controlar puntos críticos y realizamos controles ambientales dentro de los procesos de fabricación”, añade Puente.

Proceso de elaboración

Tras recibir la aprobación del laboratorio de calidad, los materiales pasan a la planta de producción donde da comienzo el proceso de elaboración. Allí, el capitán farmacéutico Alejandro Blasco cuenta cómo da comienzo este proceso: “Una vez aprobado lo que se ha analizado, se emite la orden de fabricación y se pide a abastecimiento el poder acceder a esas materias primas, las recepcionamos y así podemos empezar los procesos productivos”.

Presentaciones de fármacos que se fabrican en las instalaciones del Cemilfardef en Colmenar Viejo.

Presentaciones de fármacos que se fabrican en las instalaciones del Cemilfardef en Colmenar Viejo.

Durante la visita, puede verse perfectamente que en el día a día de este centro no se deja nada a la improvisación. Todo está perfectamente medido, tal y como explica Blasco: “Todo está protocolizado. Todo lo que se hace queda escrito. Es la forma de estandarizar todo lo que hacemos”.

Aquí, en estas instalaciones, se realiza todo el proceso: se controlan los materiales, se fabrican los fármacos, se introducen en el blister o en su envase correspondiente, se meten en cajas y se preparan para ser distribuidos.

Por ofrecer algunas cifras de la capacidad de fabricación de esta planta, según detalla Juberías, en cada jornada laboral de trabajo se podrían producir 12.000 tubos de cremas y pomadas, y en torno a 28.000 envases de 20 comprimidos de formas sólidas.

La limpieza y la higiene son, como detalla el capitán farmacéutico Blasco, “un elemento más de la producción”. De ahí que durante la visita a las instalaciones, sea obligatorio el uso de cuatro piezas que se colocan de arriba a abajo: gorro, cubrebarba, bata y calzas, todos ellos desechables. Existe una entrada para las visitas y otras para el personal que trabaja allí. “Los operarios, en función de si son hombres o mujeres, cuentan con un vestuario propio para acceder a las instlaciones y, en función de la tarea que vayan a realizar, utilizan un tipo determinado de vestimenta”, apunta Blasco.

El caso de la gripe A

Aunque el concepto Sanidad Militar invite a pensar en seriedad y rectitud, el Centro Logístico San Pedro se desmarca de ese estereotipo formal. Allí los uniformes y los galones se mezclan con batas, microscopios y matraces. Pero más allá de la realidad de este centro, su director considera que el punto en el que la Farmacia Militar comenzó a verse con otros ojos fue a raíz del “elemento que más repercusión mediática” ha tenido para este colectivo: la pandemia de Gripe A.

Corría el otoño-invierno del año 2009 cuando el Centro de Farmacia Militar de Burgos se encargó de transformar parte de las reservas que había del antiviral fosfato de oseltamivir en una forma farmacéutica que se pudiera administrar a toda la población y que supliera las dificultades que en ese momento se tenían a nivel mundial para obtener el medicamento Tamiflú cápsulas.

Asegura que le tocó vivirlo en primera persona, que el centro estuvo trabajando “desde junio hasta diciembre prácticamente en exclusiva para fabricar ese medicamento” y que se elaboraron “más de 30 millones de comprimidos“.

Sobre la propuesta de Podemos

Relacionada con la actuación de la Farmacia Militar en el caso de la Gripe A está la propuesta planteada por Podemos de utilizar estas instalaciones para cubrir determinadas situaciones de necesidad; en concreto, los problemas de abastecimiento de algunos fármacos que se están dando en España. Preguntado por esta cuestión, Juberías responde: “Nosotros somos una herramienta que pertenecemos a la Administración General del Estado. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), que es quien debe pilotar este tipo de acciones, conoce nuestras capacidades y nuestras posibilidades. Hoy por hoy no hay nada establecido de forma concreta, pero creo que sería cuestión de determinar puntualmente en qué momento y para qué podríamos nosotros hacernos cargo de algún tipo de fabricación”.

Pilar Puente, teniente coronel farmacéutica, en las instalaciones.

Pilar Puente, teniente coronel farmacéutica, en las instalaciones.

Aunque el Cemilfardef está reconocido como centro de referencia para la fabricación de medicamentos por causas excepcionales relacionadas con la salud pública, poner en práctica la idea de Podemos no sería fácil, ya que, como expone Juberías, el centro se creó para “atender una necesidades muy específicas de los miembros de la Fuerzas Armadas”. Y es que, aunque hay fármacos más sencillos de fabricar que otros, habría casos que supondrían cambios en los recursos y en los procesos de producción, como sería por ejemplo la fabricación de vacunas. “Las instalaciones no están diseñadas para elaborar vacunas. Un laboratorios para fabricar vacunas tiene un concepto distinto”, explica.

Más allá de esta propuesta y de poder tangibilizarse en un futuro, Juberías también respondió a cuestiones algo más desenfadadas, como es el conocido mito de que los fármacos que se elaboran para la Fuerzas Armadas son más potentes que cualquier medicamento que se puede encontrar en el botiquín de cualquier casa. Entre risas, afirma: “Es una leyenda que llevo oyendo desde que ingresé aquí. No, no son medicamentos que se diferencien de los procesos de fabricación de otros medicamentos o de cualquier otra industria; es la misma molécula, la misma cantidad y no utilizamos excipientes especiales”.

Reconocimiento profesional

A lo largo de este año, el Centro Militar de Farmacia de la Defensa, ha sido distinguido en varias ocasiones por los colegios oficiales de farmacéuticos por su trayectoria y por la labor que han realizado desde su creación. Ante estos reconocimientos profesionales, Juberías muestra un enorme agradecimiento y señala: “Estas distinciones a nuestra labor nos dan coraje para seguir trabajando día a día y dar lo mejor de nosotros. Además, dan a conocer a la población que Farmacia Militar y Sanidad Militar existen y muestran la tarea que llevamos a cabo”.

En el centro que dirige Juberías trabajan actualmente 111 personas, de los cuales 27 son militares y el resto personal civil. Entre todo el personal, hay 13 farmacéuticos militares y 8 farmacéuticos titulares -personal funcionario del grupo A1-. En este entorno, donde lo militar y lo sanitario forman un binomio indivisible, Juberías invita a los estudiantes de los distintos grados de Ciencias de la Salud a descubrirlo: “Nosotros, los profesionales pertenecientes al cuerpo de Sanidad Militar, procedemos de las distintas facultades. Aquí el ámbito asistencial no se pierde en absoluto, es importantísima”.

El ingreso a este cuerpo es vía concurso-oposición y, según explica a modo de anécdota, cada vez que acuden universitarios a visitar las instalaciones y el Museo de Farmacia Militar (ubicado también en la Base Logística San Pedro), algunos se interesan por esta opción labor y preguntan cómo se puede ingresar.

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