Las personas que acudan esta tarde a La Paz quizá se encuentren con una sorpresa: un concierto de piano en el vestíbulo del hospital materno infantil. Hasta el próximo mes de abril, un piano de cola está disponible para que profesores de música, alumnos de escuelas y conservatorios y pianistas de prestigio puedan regalar pequeños conciertos a pacientes y familiares. Durante un rato, la música transformará las emociones que suele despertar un hospital. Esta iniciativa, pionera en la Comunidad de Madrid, es posible gracias a la Fundación Músicos por la Salud y a la participación altruista de profesionales sanitarios de Atención al Paciente, que dirige Merche Sánchez Cano, así como a la coordinadora de voluntariado del hospital, Ana Picazo. Entrevistamos a uno de los profesionales que han contribuido a poner en marcha este proyecto, Jesús Castro, supervisor de Área de Servicios Centrales e investigador en Idipaz, quien confía en que la iniciativa continúe más allá del año que está previsto.
PREGUNTA. ¿Cómo surgió la iniciativa Piano por la Salud?
RESPUESTA. La unidad de donantes en la que trabajo celebra todos los años un maratón de donación de sangre y desde hace tiempo colaboramos con la Fundación Músicos por la Salud, que organiza pequeños conciertos para las personas que se acercan a donar esos días. En una ocasión instalamos un piano de cola en un escenario en la explanada central del hospital y resultó un punto de atracción para los donantes. Pensamos que sería interesante prolongar esta experiencia y con ayuda de la Fundación comenzamos a poner en marcha Piano por la Salud. No fue fácil, la verdad es que costó un año de trabajo, pero finalmente, y gracias al apoyo de la empresa Clemente Pianos, en abril pudimos celebrar el concierto inaugural en el vestíbulo.
P. ¿Hay cabida para pianistas espontáneos?
R. No está pensado para que cualquiera se siente a tocar, pero es tan sencillo como registrarse en la página web de Músicos por la Salud y esperar a que te llamen para concertar una fecha. Desde la fundación y con ayuda de la coordinadora de nuestro hospital se encargan de gestionarlo. Aquellos que estén interesados solo tienen que facilitar unos datos sobre su experiencia con el instrumento y el tipo de música que tocan, y se les asigna la cita para el microconcierto. Generalmente es de una hora de duración, entre las seis y siete de la tarde. Ya llevamos 35 microconciertos desde que se empezó en abril.
P. ¿Tienen que ser músicos profesionales?
R. No, pueden participar estudiantes. Hace poco tocaron los artistas más jóvenes que han pasado por el hospital: Lucas, un pianista de nueve años de edad, y Alba, una soprano de 18. Por otro lado, también han participado músicos conocidos.
P. Empezando por James Rodhes, que ha sido un “padrino” de la iniciativa.
R. Eso es. El compositor y pianista James Rodhes, que además tiene una relación con la música que ha sido determinante para superar sus problemas en la infancia, dio el concierto que inauguró la iniciativa. También han pasado por aquí el compositor italiano Franceso Taskayali y el español Juan Antonio Simarro. No solo vinieron a tocar el piano, sino que con un teclado portátil se acercaron a tocar a algunas de las unidades del hospital.
P. ¿Están abiertos a todo tipo de música?
R. Sí, en principio pueden interpretarse diversos estilos.
P. ¿Por qué eligieron el piano?
R. Aporta una música transversal. Ofrece la posibilidad de que se unan otros instrumentos. Hemos tenido ya microconciertos de piano, celo y violín. Y permite acompañar a cantantes.
P. ¿Qué beneficios ofrece el escuchar música en un hospital?
R. Desde nuestro punto de vista y por la situación en que está ubicado el piano es un espacio de desconexión. Los pacientes y familiares que se encuentran en un hospital están sometidos a diversos cambios emocionales: desde la incertidumbre y el miedo por un diagnóstico que no ha llegado a la alegría por el nacimiento de un nuevo miembro de la familia y la tristeza al recibir un mal pronóstico. La música tiene la capacidad de transformar las emociones. Ya nos ha pasado que alguien se acerque a decirnos que en cinco minutos escuchando el piano ha dejado de estar triste o de pensar en su enfermedad. Hace poco, unos padres que estaban paseando por el hospital con su hijo ingresado vieron cómo el pianista se ponía a tocar con el niño y se les iluminaba la cara. De hecho, nos gustaría investigar esa capacidad de transformación.
P. ¿Cómo quieren investigarlo?
R. Queremos medir el grado en que la música mejora la situación psicoemocional de los pacientes, su experiencia en el hospital. Para ello, tenemos un proyecto de investigación en el que participamos con la Fundación Músicos por la Salud, que aportaría los múscios, y la Fundación Musicoterapia y Salud de la Universidad de la Autónoma de Madrid, que cuenta con la base de conocimiento en esta área. Está descrito que la música contribuye positivamente en los cuidados de los pacientes hospitalizados. De hecho, en el hospital los investigadores en musicoterapia de la Autónoma así lo han constatado en pacientes pediátricos con procesos neurológicos.Pero aún hay que profundizar en el tipo de música concreto para cada proceso y su incidencia concreta en la mejoría del paciente.
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