Los pacientes de esclerosis múltiple (EM) tratados con ocrelizumab (Ocrevus, de Roche) de forma continua durante seis años o más presentan un menor riesgo de progresión de la discapacidad en caso de EM recurrente (EMR) y EM primaria progresiva (EMPP).
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Estos resultados indican que un tratamiento más precoz con el fármaco reduce el riesgo de progresión de la discapacidad y que este efecto se mantiene con el tiempo. Además, “no se aprecian eventos adversos graves”, según explicó a Diario Médico Celia Oreja-Guevara, jefa de Sección de la Unidad de EM del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid.
Estos datos, correspondientes a 4.611 pacientes con EMR y EMPP y pertenecientes a los estudios de extensión abierta de fase III de los ensayos Opera I, Opera II y Oratorio, se presentaron en el 35 Congreso del Comité Europeo para el Tratamiento y la Investigación en Esclerosis Múltiple (Ectrims, por sus siglas en inglés), celebrado esta semana en Estocolmo, Suecia.
Así, la progresión de la discapacidad en las extremidades superiores, medida mediante la prueba del tablero con nueve orificios (9-HPT), se redujo significativamente en los pacientes que recibieron tratamiento continuo con ocrelizumab en comparación con los que cambiaron desde placebo (31% frente al 43%).
Silla de ruedas
Los datos también revelaron que una intervención más precoz con el citado tratamiento produjo una reducción del 42% del riesgo relativo de que los pacientes con EMPP necesitaran silla de ruedas a los 6,5 años en comparación con los que iniciaron dicho tratamiento después del periodo doble ciego.
Un tratamiento más precoz con el fármaco reduce el riesgo de progresión de la discapacidad y que este efecto se mantiene con el tiempo
A juicio de Oreja-Guevara, “el tratamiento precoz es fundamental: esperar es perder el tiempo, ya que las lesiones se van acumulando y cada vez queda menos cerebro sano que preservar”.
Asimismo, se presentó otro estudio con ocrelizumab, denominado Casting, que muestra que su efectividad comienza a partir de la octava semana: “Desde ese momento hasta un año después, el 87% de los pacientes de EM no han sufrido brotes, ni se aprecia progresión de la enfermedad ni nuevas lesiones en la resonancia magnética (RM)”.
Este porcentaje se reduce al 61% si se toma como referencia la RM del inicio del tratamiento en lugar de la octava semana.
Factores de riesgo
Durante el Ectrims’19 se presentaron también una serie de trabajos sobre factores de riesgo externos asociados a la posibilidad de desarrollar EM.
Así, Gurumoorthy Krishnamoorthy, investigador del Instituto de Bioquímica Max Planck, cercano a Múnich (Alemania), describió cómo “la microbiota de pacientes de EM introducida mediante trasplante fecal en ratones afecta a la respuesta inmunitaria de estos, induciendo neuroinflamación”.
Según la investigación, se ha deducido que “los pacientes carecen de ciertos factores microbianos de respuesta inmunitaria del sistema nervioso central”. El problema ahora, según Krishnamoorthy, es “definir qué es un microbioma sano, ya que no hay evidencias de que exista una microbiota enferma”.
Por su parte, Lars Alfredson, del Hospital Karolinska, de Estocolmo, expuso dos estudios sobre la influencia de factores ambientales asociados al incremento del riesgo de padecer EM.
El principal indicador de aumento de riesgo es el número de cigarrillos por día, y este incremento es el doble en hombres que en mujeres
Según los trabajos, que aglutinan a cerca de 8.000 pacientes de EM y otros tantos casos de control, los dos factores externos con mayor influencia son el tabaquismo y una dieta con exceso de sal.
Sin embargo, llama la atención en el caso del tabaquismo “que, mientras que la edad de inicio y el tiempo que el paciente lleva fumando no influyen, sí lo hace el modo de administración del tabaco”. Así, mientras que el hábito de fumar aumenta en seis décimas el riesgo –siendo el riesgo basal de 1, pasa a 1,6-, el consumo de rapé –tabaco en polvo para inhalar- reduce el riesgo de padecer EM a 0,8, por lo que “no es la nicotina lo que incrementa el riesgo, sino otro componente del tabaco fumado”.
En este sentido, destacó además que “el principal indicador de aumento de riesgo es el número de cigarrillos por día, y este incremento es el doble en hombres que en mujeres”, mientras que la prevalencia de la esclerosis múltiple es mucho mayor en el sexo femenino.
Por último, Alfredson explicó que este incremento del riesgo “permanece después de dejar de fumar, no llegando a igualarse con el de los no fumadores hasta pasados más de diez años desde el abandono del hábito”.
La inercia terapéutica también afecta a los pacientes
“No estamos acostumbrados a considerar las percepciones de los pacientes; valoramos la enfermedad solo desde la observación de datos clínicos”, ha señalado a DM Javier Sotoca, neurólogo del Hospital Mutua de Tarrasa.
Con ánimo de conocer los pensamientos de los pacientes nació el estudio Perceptions, un ensayo multicéntrico en el que han participado 17 hospitales españoles y más de 200 pacientes afectados de esclerosis múltiple (EM).
El estudio presentado en Estocolmo ha llevado a dos conclusiones fundamentales, que han sido objeto de sendos pósters en el encuentro Ectrims’19.
Por un lado, “un 30% de los pacientes optaría por mantenerse con el mismo tratamiento, aunque se le planteen escenarios de enfermedad no controlada, con brotes y lesiones cerebrales”. A juicio de Sotoca, este dato confirma que “la inercia terapéutica no es solo cosa de los profesionales, sino que también afecta a los pacientes”.
Y esta inercia, considera el profesional, “no tiene relación con datos epidemiológicos de edad, sexo o años de evolución de la enfermedad, pero sí con una escala subjetiva de grado de discapacidad: cuanto mayor es ésta, más inercia aparece”.
Por el contrario, otro resultado llamativo del estudio es la preferencia de los pacientes por tratamientos de alta eficacia: “Cerca del 50% optaría por esos tratamientos aunque se les plantee un escenario con más efectos secundarios y complicaciones que con tratamientos menos efectivos”.
En este caso sí hay más preferencia por los tratamientos más eficaces aunque más peligrosos entre los jóvenes, y en perfiles de personalidad tendente al riesgo.
Satralizumab, efectivo en la variante más agresiva de neuromielitis óptica
Satralizumab (Roche) reduce el riesgo de brote un 55% en comparación con placebo para una amplia población representativa de los pacientes con trastorno del espectro de la neuromielitis óptica, “una enfermedad rara desmielinizante huérfana en España, con entre uno y cinco pacientes por 100.000 habitantes, que antes se consideraba una variante agresiva de la esclerosis múltiple (EM) y que hoy se sabe que tiene una causa totalmente diferente”, explicó a Diario Médico Lucienne Costa-Frossard, de la Unidad de Esclerosis Múltiple (EM) del Servicio de Neurología del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, durante el 35 congreso anual del Comité Europeo para el Tratamiento y la Investigación en Esclerosis Múltiple (Ectrims, por sus siglas en inglés).
Además, un 70% de los pacientes de esta patología presentan la variante más agresiva, siendo seropositivos para el anticuerpo AQP4-IgG, “con hasta seis brotes muy graves y con una alta mortalidad en un corto periodo”. La buena noticia es que, en este grupo de pacientes, el efecto del fármaco, que “esperamos que sea aprobado rápidamente por sus buenos resultados”, fue mayor, con una reducción del riesgo de recaídas del 74%.
Estos resultados son fruto del estudio SAkuraStar, multicéntrico internacional cuya fase III se presentó en Ectrims y que logró reunir a 95 pacientes de esta patología rara.
Estos datos se suman a los presentados en Ectrims el pasado año con satralizumab en combinación con la terapia basal, según los cuales esta combinación logró una reducción del 62% del riesgo de recaídas en la población general del estudio, y una reducción del 79% en pacientes AQP4-IgG seropositivos.
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