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Dejar de hacer ejercicio iguala el riesgo de mortalidad cardiovascular al que tienen los sedentarios

El trabajo ha sido realizado por el equipo de Trine Moholdt, de la Universidad de Ciencias y Tecnologías Noruega.

Normalmente, la relación entre la actividad física y la mortalidad se establece analizando la actividad física al inicio del estudio. Pero este estudio ha ido más allá, ya que ha seguido la evolución de la actividad física durante 22 años para ver qué sucedía realmente de 10.491 hombres y 12.655 mujeres que formaban parte del estudio noruego HUNT en dos periodos de tiempo, 1984-1986 y 2006-2008.

Se establecieron varias categorías: las personas que no hacía nada de actividad física, los que hacían ejercicio menos de dos horas a la semana y los que hacían dos horas o más de ejercicio físico a la semana. Se analizaron todas las causas de mortalidad y la mortalidad cardiovascular que se incluyeron dentro del registro nacional de mortalidad, con un seguimiento que terminó en 2013.

Tras realizar el análisis se constató que las personas inactivas eran las que mayor riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular tenían si se comparaba con los activos. Los que eran activos en 1984-1986 y pasaron a ser inactivos en 2006-2008 su riesgo de mortalidad por diversas causas y por mortalidad cardiovascular era igual a que presentaban las personas inactivas, lo que demuestra que para reducir el riesgo cardiovascular hay que mantenerse activo.

Ejercicio sostenido

Elena Arbelo.

Con respecto a este trabajo, Elena Arbelo, del Instituto Cardiovascular del Hospital Clínico de Barcelona y miembro del Comité de Medios de la Sociedad Europea de Cardiología, ha destacado la importancia de este estudio, ya que demuestra que el ejercicio físico sostenido en el tiempo es el que reduce el riesgo de mortalidad cardiovascular, y que ser activo en edades tempranas y pasar a ser inactivo con el paso del tiempo te iguala el riesgo con las personas que siempre han sido sedentarias.

Tal y como ha indicado Moholdt en la presentación de los resultados, la buena noticia es que cuando se empieza a hacer ejercicio, el riesgo de mortalidad cardiovascular empieza a descender.

Para Arbelo, en el estudio noruego queda por determinar el tipo de actividad física que se realizaba y su intensidad, pero pone sobre la mesa la importancia de mantener el nivel de actividad física en el tiempo para reducir el riesgo cardiovascular.

Beneficio en cardiópatas

Durante el Congreso Europeo de Cardiología se ha presentado otro estudio que demuestra que el ejercicio físico que las personas con enfermedad cardiovascular se benefician más de ejercicio físico que las personas sin enfermedad cardiovascular. El estudio se ha llevado a cabo en 441.798 sujetos pertenecientes a la Cohorte de Detección de Salud de los Servicios Nacionales de Salud de Corea y ha sido coordinado por Sang-Woo Jeong, cardiólogo de la Universidad Nacional de Seúl. Además de presentarse en París, los resultados del trabajo se publican en European Heart Journal.

Para llegar a esta conclusión, los autores del trabajo siguieron a los pacientes durante más de seis años y se registró su actividad física, que se cuantificó en minutos a la semana (MET-m por sus siglas inglesas).

Del trabajo se desprende que cerca de la mitad de las personas estudiadas no hacían la actividad física que se les recomendaba y casi un 25% eran sedentarios. Las personas con enfermedad cardiovascular hacían menos de actividad física que las que no la tenían, pero cuanto más ejercicio llevaban a cabo, menor era el riesgo de muerte durante los seis años de seguimiento. Así, del estudio se desprende que las personas con enfermedad cardiovascular se benefician de un estilo de vida físicamente activo en mayor medida que las personas sanas sin enfermedad cardiovascular.

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