Uno de los grandes retos de salud pública identificado por la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) es el de la resistencia a los antibióticos. El abuso que se ha hecho muchas veces de estos fármacos y la falta de incentivos para que la industria desarrolle nuevos hacen que sea necesario desarrollar nuevas estrategias que eviten que se llegue a una situación más problemática.
Con el objetivo de ofrecer una formación actualizada y práctica en terapéutica antimicrobiana, un año más el Hospital del Mar llevó a cabo su curso “Dr. Drobnic”, que alcanzó con esta su edició número 48, y que está dirigido a médicos, microbiólogos clínicos y farmacéuticos de diferentes ámbitos con interés en las enfermedades infecciosas y su tratamiento. Además de ofrecer formación teórica actualizada en terapéutica antimicrobiana, también se abordaron los programas europeos que se están desarrollando para combatir las resistencias a los antibióticos.
En Europa se ha puesto en marcha una iniciativa para financiar esta investigación, que es la Iniciativa Conjunta del Programa de Resistencias Antimicrobianas (Jpiamr, por sus siglas en inglés) y que agrupa diferentes proyectos y convocatorias relacionadas con este tema. “Uno muy interesante que se está planteando es la creación de un instituto virtual de investigación en resistencias antimicrobianas. La idea es asociar de forma virtual a grupos de investigación de todo el continente y con gran nivel científico para intentar desarrollar programas colaborativos” explicó Jesús Rodríguez, presidente de la Sociedad Europea de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica.
Uno de los obstáculos a superar es la falta de interés de la industria farmacéutica en el desarrollo de nuevos antibióticos. “Desarrollan resistencia con rapidez y sus tratamientos son muy cortos, porque intentamos que sea el menor posible, a diferencia de otros como el del colesterol o la hipertensión. Esto hace que no sean atractivos para la industria”, apuntó Rodríguez para quien la forma de luchar contra esto es compleja.
Así considera que otras estrategias se deberían abordar, como puede ser el desarrollo de anticuerpos monoclonales, las vacunas o la modificación genética de las bacterias. “Pero esto son inversiones a largo plazo que solo las puede abordar la Academia”. Así, Rodríguez apuntó también al desarrollo de programas colaborativos junto con la industria. “Hay proyectos europeos como la Iniciativa para Medicinas Innovadoras (IMI), que se financian un 50% de la industria y otros 50% de la Unión Europea. Esto nos obliga, entre comillas, a colaborar a los investigadores de la industria y académicos a trabajar juntos y en España estamos teniendo mucho éxito en estos proyectos”.
Mejorar el diagnóstico
Conseguir desarrollar nuevos fármacos no es la única línea en la que se está trabajando para abordar toda esta problemática. “Otro de los pilares de JPIAMR es por ejemplo el del diagnóstico. Tenemos que saber cuánto antes qué microorganismo es el que causa la infección“, comentó Jesús Rodríguez. De esta forma, para Rodríguez resulta de gran trascendencia el poder desarrollar técnicas más sensibles que permitan detectar mejor los patógenos, pero que a la vez sean rápidas, algo que es si cabe más crucial todavía en las enfermedades infecciosas.
Aunque todo esto no sirve de nada si no se aborda también el problema de la formación de la atención primaria. “El 90% de los antibióticos que se consumen lo hacen en la atención primaria, es por eso qué es muy importante y aquí tenemos muchas cosas para mejorar“, apuntó Rodríguez. Una de las claves en su opinión consiste en que estos profesionales puedan disponer del tiempo de atención suficiente que les ayude a explicar a sus pacientes por qué hay veces en que no es necesario recetar un antibiótico, además de mejorar las técnicas diagnósticas y que estos médicos puedan tener acceso a la formación que les ayude a usarlas de forma adecuada.
Falta de una especialidad
Otro de los aspectos que Jesús Rodríguez no dudó en señalar es la falta en España de una especialidad en enfermedades infecciosas como si sucede en muchos otros países de Europa, algo que considera una gran dificultad añadida a la problemática de la resistencia de los antibióticos. “Al no haber esta especialidad, no tenemos médicos bien formados de inicio y esto genera muchos problemas. Es algo sobre lo que no nos cansamos de insistir porque consideramos que es muy importante para las generaciones futuras”.
En este sentido, además del problema de la perdida de eficacia de los antibióticos por su mal uso, Rodríguez también señaló que la globalización y la facilidad con la que ahora las personas se pueden mover entre los diferentes países también está ayudando a que surjan enfermedades infecciosas distintas a las habituales. “Ahora vemos en viajeros o en personas inmigrantes enfermedades que antes no veíamos y esto afecta a la salud pública. El que no se diagnostique a tiempo una infección potencialmente grave es un tema muy serio y a veces el nivel de conocimientos que hace falta para esto es muy alto, de ahí la necesidad de una especialidad”.
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