De los 56,4 millones de defunciones registradas en el mundo en 2016, según los últimos datos de la OMS, 15,2 millones se debieron a infartos e ictus, y casi 9 millones al cáncer. A medida que se desarrollan los países, y avanza su sistema sanitario, crecen las muertes por cáncer y se controlan mejor otras causas. En 1996, la Sociedad Americana del Cáncer se propuso reducir la mortalidad por cáncer en Estados Unidos en un 50% entre 1990 y 2015. Una evaluación de ese periodo que se publica este mes en CA: A Cancer Journal for Clinicians indica que solo se ha llegado al 26%.
El nuevo objetivo para el periodo 2015-2035 es una reducción del 40%. Según Richard Wender, coautor del informe, los descensos más rápidos observados en personas con estudios universitarios “reflejan en gran medida las diferencias en la prevalencia de los factores de riesgo, en la aceptación de los programas de cribado y en el acceso y utilización de atención de alta calidad”. Los autores estiman que si para 2025 se reduce la prevalencia de esos factores al nivel de los universitarios (tabaco, obesidad, dieta, alcohol, sedentarismo, cribados del cáncer colorrectal y de mama, y profilaxis del cáncer de mama) se llegaría a una caída del 20% en la tasa global de mortalidad por cáncer para 2035. Si dichas acciones llegaran a ser óptimas, la disminución sería del 33,5%. “La mayor recompensa en términos de prevención de muertes por cáncer -afirman- vendrá a través del trabajo continuo sobre el control del tabaco y del exceso de peso”.
Como no parece sencillo alcanzar tales objetivos, es previsible que la mortalidad por cáncer siga creciendo, aunque cada vez se curen más tumores y se ganen años de vida. Pero, como es bien sabido, cuanto más se envejece, se multiplican las posibilidades de mutaciones malignas. Un análisis global que publica este mes The Lancet Oncology pronostica que entre 2018 y 2040 la cantidad de pacientes que requerirán tratamiento con quimioterapia de primera línea aumentará de 9,8 millones a 15 millones, de los cuales dos tercios (10 millones) residirán en países de ingresos bajos o medios. Brooke Wilson, del Instituto Ingham de la Universidad australiana de Nueva Gales del Sur y primer autor del estudio, calcula que para administrar quimioterapia óptima los oncólogos deberán pasar de los 65.000 de 2018 a 100.000 en 2040. Los autores utilizaron las guías de buenas prácticas, las características de los pacientes y los datos estadísticos sobre el cáncer de EE UU y Australia para estimar la proporción de casos que se beneficiarían de la quimioterapia. Luego aplicaron los resultados a las estimaciones internacionales de incidencias de cáncer (Globocan) y dedujeron la demanda mundial de quimioterapia.
En 2018, el 58% de casos nuevos de cáncer (9,8 millones de 17 millones) requirieron quimioterapia. Los autores del análisis predicen que en 2040 los casos aumentarán a 26 millones, de los que el 53% (15 millones) necesitarán quimioterapia, en especial para pulmón (2,5 millones), mama (1,9 millones) y colorrectal (1,7 millones). Todo ello estará condicionado por las preferencias de tratamiento, los gastos, los seguros, la aceptación cultural, el acceso a los servicios y las variaciones sanitarias regionales, así como por la escasez de medicamentos, las infraestructuras para el suministro y la fuerza laboral capacitada. El análisis asume pautas de tratamiento constantes entre 2018 y 2040, que pueden modificarse en función de los impredecibles avances científicos, y unas estimaciones no muy fiables, pues solo una cuarta parte de la población mundial dispone de registros sólidos.
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