Casi 7.000 MIR comienzan esta semana su recorrido por el sistema, empezando a conocer en profundidad los pormenores de la especialidad que han escogido y el funcionamiento desde dentro de la sanidad pública. Durante el camino pueden surgir complicaciones y, sin duda, residentes y especialistas temen la posibilidad de que un día deban sentarse en el banquillo por un supuesto caso de mala praxis.
Primer mensaje tranquilizador: “Hay una creencia errónea de que es fácil que prosperen las demandas con sus respectivas indemnizaciones, pero en realidad son muy pocas”. Quien habla es Francisco Moreno, pediatra en el Hospital San Cecilio de Granada, tutor de residentes y experto en Derecho Sanitario. Esta semana ha presentado su libro Responsabilidad de médicos especialistas, tutores y residentes, una ampliación de un primer libro publicado por la Organización Médica Colegial (OMC) con la colaboración de Mutual Médica.
Más de 10.000 ejemplares
De la primera versión del libro, más enfocado en el personal MIR, se editaron más de 10.000 ejemplares que se distribuyeron en los diferentes colegios de médicos. La segunda ha ampliado la información acerca del papel de los médicos a la hora de supervisar al MIR. El libro explica los factores que se tienen en cuenta en la valoración de la responsabilidad del residente (causas de imprudencia, qué pasa en trabajos en equipo, etc.) y luego comenta diferentes sentencias, tanto favorables como desfavorables. El autor también hace un comentario sobre el sistema MIR, del que Moreno es un defensor, pues el examen “evita tratos de favor”.
El libro surgió en principio como un trabajo de fin de máster sobre la jurisprudencia en los casos donde hay un residente implicado. Moreno apunta que “si ya de por sí es difícil establecer la responsabilidad de un especialista en este tipo de situaciones, en el caso del MIR es todavía más complicado, por su doble naturaleza como trabajador y como personal en formación”. Aunque la jurisprudencia sobre la actuación de los residentes es menos abundante que la de los especialistas y a veces es contradictoria, Moreno ha tratado de resumir en su libro las principales conclusiones que pueden servir de recomendación general para los residentes, que deben tener presente que tienen responsabilidad penal.
Básicamente, lo que los jueces tratan de dilucidar en esos casos es el grado de autonomía que tiene el residente para realizar determinada intervención, valorar patologías, etc. De forma simplificada, en última instancia se juzga si el MIR se extralimitó en sus funciones, y si es así, si hubo un problema de supervisión. La autonomía, recalca Moreno, “es un aspecto complicado de valorar y mucho más de determinar mediante una normativa”.
A ese respecto, al rol del tutor es fundamental, puesto que, “aparte de decidir sus rotaciones, gestionar sus permisos y formación, etc., tiene que ir autorizando al MIR, decir para qué está capacitado e ir evaluándole periódicamente. Los jueces, a la hora de establecer si el residente se ha extralimitado en sus funciones miran, aparte del programa formativo oficial, la evaluación anual, el libro del residente y el programa individual. Es obligatorio realizar estos documentos, otra cosa es que se hagan en la práctica de forma protocolaria, para rellenar… pero los especialistas estamos obligados a seguir las indicaciones del tutor y a informarles sobre las actividades realizadas por los MIR, aparte de encargarnos también de supervisarles”.
“Aparte de gestionar sus rotaciones y permisos, el tutor es quien decide para qué está capacitado el MIR y le evalúa periódicamente”
Y es que el acompañamiento de los residentes no es sólo cosa de los tutores; la normativa habla claramente de un deber general de supervisión. Moreno pone como ejemplo el caso de un médico especialista que no participaba desde hace años en la formación y docencia alegando que había renunciado a la condición de tutor, creando disfuncionalidades en la organización. “Fue condenado con dos faltas graves y su correspondiente sanción por incumplimiento de sus funciones y por desconsideración con sus compañeros o subordinados”, explica.
Supervisión por los mayores
Preguntado por la supervisión de los residentes mayores a sus pequeños, apunta que en su opinión sí es una medida legítima, aunque reconoce que la normativa respecto a los R1 habla del visado por parte del especialista. “Entiendo que si el acto forma parte del programa y el residente mayor está autorizado por el tutor, puede tener autonomía para supervisar a uno más pequeño, aunque pueda consultar con su tutor también . Lo ideal es que sea un especialista; lo que no se puede permitir es que el R1 esté solo”.
Aunque su libro recoge casos en los que se sentencia que la falta de supervisión es una infracción de la lex artis de la Administración, Moreno considera que los jueces podrían meterse más a valorar ese tipo de situaciones. “Creo que eso es un déficit. Los jueces hacen sentencias a veces sorprendentes, y amparan que el residente debe estar supervisado, pero en cuanto al funcionamiento de la Administración, se meten muy poco y yo creo que eso sería un avance”. Por otro lado, considera que “en general, en la supervisión del MIR estamos mejorando”.
De hecho, apunta que las sentencias donde se considera que el residente se ha extralimitado en sus funciones son más frecuentes que las de falta de supervisión. Especula que en ciertos casos puede ser que el MIR se sienta presionado para demostrar sus habilidades y actuar de forma autónoma, aunque no se sienta seguro. Pero recuerda que el residente está legitimado para consultar y que ante casos extremadamente complicados que sobrepasen su capacidad, “entre los propios especialistas se deja la intervención al más experimentado”, algo recogido incluso en el propio código deontológico de la profesión.
En los casos de extralimitación, muchas veces los residentes alegan que era una urgencia, pero Moreno puntualiza que los jueces les dan la razón en muy pocos casos, sólo cuando realmente es una urgencia no prevista y si ha sido imposible contactar con el especialista, independientemente de la autonomía que oficialmente tenga el MIR.
“Si un especialista decide obviar el informe de otro médico, es un insensato, pero para un MIR mayor, en casos graves, debería poder contar con un filtro”
“Curiosamente, todos los años hay alguna condena a especialistas por justo lo contrario, por omisión del deber de socorro, que en nuestro caso está agravado. Los médicos en esos casos alegan que es que no pueden abandonar el puesto de trabajo por si viene alguien, incluso si el paciente está cerca del centro, confundiendo lo que es una norma meramente administrativa con lo que establece el Código Penal. Es un comportamiento que simplemente no entiendo de dónde viene”, comenta incrédulo.
Asimismo, se muestra indignado por la polémica sentencia de un juzgado de León (ratificada por la Audiencia provincial) que condenó a quien entonces era una R1 a un año de cárcel y tres de inhabilitación para trabajar en Urgencias. Reconoce que la MIR en este caso actuó con imprudencia, puesto que la paciente había acudido con informes que indicaban una sospecha de ictus, pero cree que el tribunal debería haber ido más lejos y haber analizado qué hacía un R1 sin supervisión, algo ilegal.
“Entiendo que un MIR autorizado para dar altas y otros actos puede supervisar a su residente pequeño, si bien lo ideal es un especialista”
“Sería muy bueno conocer las causas de estos casos, porque nos ayudaría a hacerlo bien. Tú como MIR es cierto que te puedes extralimitar, pero ¿en Urgencias, donde que hay 200 más y pides continuamente pruebas y analíticas? Es que eso significa que está consentido por todas las partes”, critica. Por otro lado, concede que “el tutor no tiene potestad para organizar el servicio de Urgencias… si bien puede protestar y ponerlo por escrito”.
Derivaciones
En muchos casos, como el de León, los MIR se hacen cargo de pacientes que vienen derivados desde atención primaria y el problema surge por ignorar los informes que indicaban la sospecha de alguna patología grave.
“Es muy duro y muy triste que no tengas en cuenta la opinión de un colega. Hay gente en el hospital que cree que la sabiduría empieza con nosotros. Ante eso, no hay defensa posible. Además, si decido hacerlo yo, que ya soy especialista, pues soy un insensato, pero con el MIR mayor, aunque esté capacitado para dar el alta, creo que se podría evitar poniendo algún tipo de filtro si el motivo de derivación es grave, para que por lo menos tenga una segunda opinión. No hay que tener miedo a consultar”.
Pero no toda la responsabilidad del MIR se limita al plano asistencial, porque también se dan casos en los que cometen otras infracciones. Moreno cita el caso de una condena a una MIR por quebrantar el derecho a la intimidad de una paciente con un acceso a la historia clínica. “Fue suspendida de empleo y sueldo. Aunque el régimen laboral es distinto, al MIR se le aplica el régimen disciplinario de los adjuntos”.
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