Hace unos días recibió la Medalla de Oro de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia por su labor y compromiso por cambiar la realidad de la enfermedad de Chagas en los últimos 20 años. Se trata del máximo galardón que ofrece la Academia murciana y que sólo ha sido entregada en siete ocasiones en sus 207 años de existencia a personalidades destacadas con el cultivo y extensión de las ciencias médicas y de la salud.
El Chagas se transmite por la picadura de la vinchuca, presente en amplias zonas endémicas de América Latina. Esta infección vectorial estigmatiza a los más pobres y en el 30 por ciento de los afectados produce alteraciones cardiacas graves. Silvia Gold, bien conocida en la Organización Mundial de la Salud y en la Organización Panamericana de la Salud, es el ‘azote’ del Chagas desde la Fundación Mundo Sano. El lema de su próxima ofensiva es Ningún bebé con Chagas en 2030; la finalidad es terminar con la transmisión vertical de la enfermedad.
PREGUNTA. ¿Es el Chagas un modelo de enfermedad desatendida?
PREGUNTA. Se da la paradoja de que existe un tratamiento eficaz para ella, pero la gente no puede acceder a él. Además, es compleja de manejar porque en la fase aguda puede ser grave, incluso después de un periodo asintomático. Hay que seguir un modelo que priorice la prevención y el diagnóstico cuando no hay síntomas, y para ello se necesita educación.
P. ¿Cómo tendría que ser ese modelo?
R. Un modelo que piense la enfermedad en el primer nivel de atención. Antes solo pensábamos en controlarla en zonas endémicas, donde la vinchuca convive con la gente, pero hace unos años descubrimos que había Chagas en España y fue un gran aprendizaje.
“No hay que perder nuestra identidad: huir de la burocracia y mantener el compromiso”
P. ¿En qué sentido?
R. Comprendimos que también está en zonas no endémicas, por la migración. Vimos que en las urbes argentinas hay más pacientes que en zonas rurales, a pesar de la alta prevalencia que implica la presencia del vector. Y aprendimos que no se puede estereotipar y que está en muchos lugares. En Estados Unidos la FDA calcula que hay unos 350.000 infectados, y en España serían entre 50.000 y 70.000. Desde la fundación mandamos tratamientos a otros veinte países.
P. ¿Cómo influyó en la forma de abordar su prevención y control?
R. Vimos lo importante que es evitar la transmisión vertical, pero creemos que es mandatorio cortar la presencia del vector en las zonas endémicas. Millares de personas siguen conviviendo con él y yo, personalmente, no me siento cómoda con el tratamiento farmacológico en esas áreas, puesto que los pacientes se pueden reinfectar. Admiramos el modelo aplicado por la Unidad de Medicina Tropical de Murcia, donde más pacientes diagnostican y tratan en una zona no endémica. Pronto mostrarán al mundo que es posible cortar la transmisión de madre a hijo.
“Admiramos el modelo para transmisión vertical aplicado por la Unidad de Medicina Tropical de Murcia”
P. ¿Qué papel tiene la Fundación Mundo Sano en ese gigantesco problema de salud pública?
R. Cambiar la salud pública no es nuestro cometido, pero sí generar evidencias para aportarlas a las políticas públicas. Somos firmes defensores del vínculo público-privado para adoptar soluciones multidisciplinares, multisectoriales y que afectan a muchos países.
P. ¿Cómo transfieren el conocimiento a las entidades públicas?
R. Promovemos nuestra propia investigación en el terreno. Y cuando tenemos evidencia de la efectividad de una estrategia intentamos que la incorporen la OPS o la OMS. También es esencial disponer de guías de actuación. A veces estas enfermedades se encierran en grupos de expertos, con todo su valor y lo que saben, pero pueden centrarse en discusiones que no privilegian a la gran mayoría. Hay que acordar una estrategia común, que quizá no sea perfecta per
o sí la mejor posible.
P. ¿Cómo se plasma su impulso en I+D+i?
R. Tenemos nuestros investigadores de carrera y sus publicaciones científicas se hacen en colaboración con centros académicos o laboratorios de referencia. En las sedes de la fundación se forman becarios doctorales de universidades como Harvard y Yale, Valencia o el Instituto Carlos III. Nuestra estructura es bastante híbrida y poco endogámica.
“Las alianzas público-privadas son esenciales para doptar soluciones en salud pública”
P. ¿Qué consensos han logrado propiciar?
R. Hoy día las guías publicadas por los principales organismos indican qué hacer con un paciente infectado de Chagas y no se pierde eficacia en discusiones. También fue fruto de muchas negociaciones y alianzas el consorcio público-privado con el que logramos recuperar el medicamento benzdinazol cuando hubo desabastecimiento. Ahí la fundación tuvo un papel esencial.
P. ¿En qué sectores falta compromiso con esta enfermedad?
R. En médicos y en pacientes. A los primeros hay que pedirles que añadan una crucecita a las analíticas simples de las personas de origen latino en zonas no endémicas o que tienen madres latinas, y a mujeres en edad fértil para evitar la transmisión vertical. Y a los pacientes, evitarles el estigma y decirles que el Chagas se cura.
P. ¿Cuál será el próximo gran salto de la Fundación?
R. Las fundaciones familiares transfieren valores. No se trata de contribuir solo con recursos económicos, sino con nuestro trabajo, tiempo y conocimiento, que fue el espíritu con el que mi padre la creó. El salto que viene es generacional, la implicación de mis tres hijos, y no tenemos que perder nuestra identidad de huir de la burocracia y mantener el compromiso personal. ¡A mis 70 años creo que me queda mucho por hacer!
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