La enfermedad inflamatoria intestinal (EII), el tratamiento de los virus B y C de la hepatitis, el impacto de la esteatosis hepática y pancreática o el avance de la ‘corriente antigluten’ son problemas habituales en las consultas de patología digestiva. Sin embargo, en lugar de considerarse exclusivamente como enfermedades de un órgano digestivo “contemplamos las interrelaciones de estas enfermedades con el resto del organismo (cerebro, sistema neuroendocrino, entre otros)”, apunta Enrique Rey Díaz-Rubio, jefe del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid. “Esa visión global de la persona desde el punto de vista fisiopatológico se ha incorporado a la práctica clínica, y este es el gran cambio que ha experimentado la gastroenterología en los últimos años”, resalta.
El enfoque global del enfermo y de la patología digestiva ha abierto la puerta a uno de los temas que mayor interés suscita, el de la microbiota, que, “evidentemente, es un órgano más y está relacionado con todo el organismo. El gran reto para el futuro es conocerla en profundidad, saber cómo funciona y su papel en problemas tan diferentes como diabetes, obesidad, esclerosis múltiple o enfermedad inflamatoria intestinal, entre otras”, añade el especialista, director del comité científico del XXV Simposio Díaz-Rubio sobre el tratamiento de enfermedades digestivas celebrado en Madrid.
La epidemia antigluten
Entre los comportamientos sociales que mayor repercusión está teniendo de las consultas de enfermedades digestivas destaca el de la sensibilidad al gluten no celiaca (SGNC), una cuestión que comenzó a emerger en el año 1978 y que ha ido en aumento progresivo aunque el despegue se ha producido entre los años 2009 y 2014, un periodo en el que prácticamente se ha duplicado el porcentaje de seguidores de una dieta libre de gluten.
Según Natalia López Palacios, del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Clínico San Carlos, “en Estados Unidos cerca de tres millones de personas hacen una dieta sin gluten. Se ha pasado del 1,3% de seguidores de una dieta libre de gluten al 2,4 % de la población, pero hasta el 72% la hacen sin diagnóstico médico”. La dimensión de este asunto es tal que la doctora afirma que “la sensibilidad al gluten no celiaca (SGNC) autonotificada es un problema epidemiológico del siglo XXI”.
La ‘autoprescripción’ es un obstáculo importante a la hora de detectar si realmente existe intolerancia al gluten. El primer paso es saber de qué se trata. Así, la SGNC se define como una condición según la cual después de la ingestión de gluten aparecen síntomas intestinales y extraintestinales, si bien “muchos síntomas se solapan con los del síndrome de intestino irritable”.
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico de se centra en comprobar la aparición y desaparición de los síntomas con la ingesta de gluten, hay que hacer las correspondientes pruebas de alergia al trigo, determinación de anticuerpos de celiaquía, y, sobre todo “que el afectado sea portador de genes compatibles con la enfermedad celiaca. Estos genes (que están presentes en el 40% de la población española) sólo sirven para descartar la enfermedad, pero si no están presentes no puede existir celiaquía”.
La especialista reitera la dificultad para establecer la SGNC y advierte que “en menos de un 20% de los pacientes el gluten es el responsable de sus síntomas”.
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