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La Aneca se ‘ceba’ con los médicos que quieren dar clase en la universidad

Ni las continuas denuncias de profesores y alumnos, ni las críticas del Foro de la Profesión Médica, ni el lamento casi desesperado de la Conferencia Nacional de Decanos de las Facultades Españolas de Medicina… Nada parece poner freno a las barreras que los mecanismos de acreditación docente en vigor ponen al acceso de los clínicos a una plaza de titular (TU) y/o catedrático de Universidad (CU). Un año más, es el propio organismo responsable de acreditar a esos docentes, la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca), el que certifica la existencia de esas barreras. De todos los aspirantes a ocupar una plaza fija de titular en todo el sistema universitario español (SUE), los médicos son los que más optan a ellas, los que más suspensos reciben por parte de la Aneca y los que, consecuentemente, acceden a esos puestos con una edad media más alta.

El último informe de la Aneca sobre el Estado de la evaluación externa de la calidad en las universidades españolas, correspondiente a 2018, es aún más demoledor que el del año anterior, y lo es porque al sombrío panorama que aquél dibujaba sobre las barreras que tienen que superar los médicos para hacerse con una plaza de profesor fijo, se suma un dato clave, el porcentaje de suspensos: el 68% de las solicitudes presentadas entre 2016 y 2018 (periodo de análisis del informe) para acceder a un puesto de titular de universidad en la rama de Medicina Clínica y Especialidades Clínicas (una de las tres en que la Aneca divide la rama de Ciencias de la Salud) fueron rechazadas. El porcentaje más alto de todas las titulaciones, ramas y áreas universitarias. Los que más se acercan a ese porcentaje de suspensos son quienes aspiran a ocupar un puesto de catedrático en la rama de Historia y Filosofía (un 62% de evaluaciones negativas). Parece que al sistema le sobran filósofos y médicos con experiencia clínica, que es el grupo de profesionales que mayoritariamente optan a una plaza docente encuadrados en el área de Medicina y Especialidades Clínicas.

La edad media de acceso del clínico a una plaza de TU es de 52 años, y de 57 años para CU, las más altas del sistema

En contraste, por ejemplo, todas las comisiones de la rama de Ciencias cosecharon en el mismo periodo porcentajes de evaluaciones favorables superiores al 84%, tanto para CU como para TU.

En las otras dos áreas de Ciencias de la Salud (Ciencias Biomédicas y Especialidades Sanitarias), el porcentaje de aspirantes a un puesto de TU rechazados es más similar a la media del resto de titulaciones (20 y 39% de suspensos, respectivamente). En cambio, si nos fijamos en los aspirantes a un puesto de catedrático, el porcentaje de suspensos en las tres ramas de Ciencias de la Salud es, de nuevo, de los más elevados de todo el sistema, con una media del 46,33%, sólo por debajo del porcentaje de rechazo en las ramas de Ciencias de la Educación (59% de suspensos en los aspirantes a catedrático), Ciencias Sociales (55%) y Derecho (53%).

Pese al rechazo, los médicos son los que más solicitudes presentan, sólo superados por los economistas

A pesar del reiterado “no” de la Aneca, lo que nadie puede negarle a los médicos con experiencia clínica es su constancia y voluntarismo. De las 3.544 solicitudes totales de acreditación recibidas por la Aneca entre 2016 y 2018 para ocupar indistintamente plazas de TU y CU, el 12,3% provenían de Ciencias de la Salud, y 168 de ellas venían concretamente del área maldita de Medicina Clínica y Especialidades Clínicas, sólo superadas por las 273 peticiones de Ciencias Económicas y Empresariales. Pese a suspenderles, los clínicos no cejan en su empeño de dar clases.

Pocos y más ‘viejos’

El resultado último de esta ecuación tan desfavorable para la renovación de las plantillas docentes en las facultades de Medicina es que los clínicos que finalmente consiguen un puesto de profesor fijo lo hacen a una edad muy avanzada, la más alta, de hecho, de todo el sistema universitario, tanto entre los hombres como entre las mujeres: los titulares varones ocupan su plaza con una edad media de 52 años (51 años ellas); y los catedráticos, aún más viejos: con 57 años, tanto ellas como ellos. La renovación etaria de las plantillas docentes de clínicos es, pues, tardía y relativa.

Y todo ello en un contexto de déficit de profesorado, que el propio informe de la Aneca constata. La evolución del PDI funcionario en centros propios de las universidades públicas entre los cursos 2015-2016 y 2017-2018 confirma que la rama de Ciencias de la Salud es la que menos volumen de profesorado fijo tiene de todo el sistema, tanto entre los titulares como entre los catedráticos. En esos tres cursos, además, el número de titulares ha disminuido paulatinamente, pasando de los 3.076 de 2015 a los 2.797 del último año lectivo. Los catedráticos de Ciencias de la Salud, en cambio, aumentaron, aunque de forma muy ligera (1.246, 1.256 y 1.342, respectivamente).

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