El magistrado de la Sala Tercera del Tribunal Supremo (TS), César Tolosa puso hace unos días el dedo en la llaga en una jornada de enfermería: “El personal sanitario no debe convertirse en un factor de riesgo dentro del sistema sanitario (…). Debería existir la obligación de vacunación a los trabajadores de la sanidad”. Yo no estaba allí, pero con mucha probabilidad más de un profesional se quedaría atónito al oírlo. Si la vacunación no es obligatoria para la población, ni siquiera la infantil, ¿por qué va a serlo para los sanitarios?
Pero superado el impacto inicial, la idea no chirría tanto. Hay que partir de la base que los sanitarios tienen un riesgo elevado de contraer infecciones prevenibles con inmunización y son fuente de transmisión a los pacientes que atienden, especialmente a los más vulnerables. Eso incluye también al personal en formación y al administrativo, de mantenimiento y limpieza, voluntariado…, que esté en contacto con enfermos o con material potencialmente infeccioso. A pesar de ello, la tasa de cobertura es baja en España (del 33,9% en el caso de la gripe, según datos del ministerio relativos a la campaña 2018-2019).
Además, el personal sanitario es muy valioso, tanto para los centros y equipos (sus bajas obligan a buscar sustitutos quizá no tan bien preparados o cargan de más trabajo a los compañeros) como para sus pacientes; es temido, especialmente por los enfermos crónicos, el “dr. X está baja; hoy le verá otro médico”. Y no hay que olvidar que los sanitarios también pueden contagiar infecciones contraídas el ámbito laboral a su entorno familiar y social. Pero hay más argumentos: si los sanitarios no dan ejemplo con altas tasas de vacunación, ¿cómo combatir el movimiento poblacional antivacunas que ya ha devuelto a algunos países el problema del sarampión, tras llegar a estar en cifras de contagio cercanas a la erradicación?
Si hay consenso científico sobre que el lavado de manos, el aislamiento de los infectados y la vacunación de los sanitarios (especialmente de gripe, hepatitis B, tosferina, triple vírica -sarampión, rubéola y parotiditis- y varicela) minimizan el riesgo de contagio y de contagiar, ¿por qué esperar a que lleguen las obligatoriedades? ¡Vacúnense, por favor!
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