Los glucósidos cardíacos, unos fármacos que habitualmente se utilizan en clínica para las arritmias cardíacas, tienen la capacidad de eliminar selectivamente a las células senescentes o envejecidas. El hallazgo es un paso adelante en el camino para encontrar soluciones a enfermedades ligadas al envejecimiento y en la lucha contra el cáncer. De hecho, estos compuestos ya han mostrado en modelo animal que mejoran la fibrosis pulmonar y eliminan tumores en combinación con la quimioterapia.
La investigación se ha realizado en el Instituto de Investigación de Santiago (IDIS) bajo la dirección de Manuel Collado y Eduardo Domínguez. Sus conclusiones se han publicado hoy lunes en Nature Communications en un artículo cuyos primeros firmantes son Francisco Triana Martínez y Pilar Picallo Rabina.
Buscando la eterna juventud
La acumulación con el paso de los años de las células senescentes es la base del envejecimiento, sus patologías asociadas y la causa de nuestro declive funcional. Por ello, investigadores de todo el mundo buscan moléculas que puedan matar a esas células envejecidas. “La búsqueda de la fuente de la eterna juventud es un boom”, reconoce Collado, aunque a renglón seguido explica que el objetivo de esta investigación es identificar fármacos que muestren esa actividad inductora de muerte específica de células senescentes para combatir el cáncer y las patologías asociadas al envejecimiento.
Los resultados en modelo animal con fibrosis pulmonar han sido totalmente satisfactorios: “La fibrosis pulmonar es una enfermedad devastadora, progresiva, sin tratamiento y que sabemos está ligada a la acumulación de células senescentes”, destaca el investigador. Utilizando los glucósidos cardíacos su equipo ha logrado eliminar estas células y una mejora significativa de la enfermedad. Aunque los beneficios se han visto por el momento sólo con esta afección, el impacto puede llegar a ser mucho mayor dado el enorme abanico que existe de dolencias directamente relacionadas con el envejecimiento.
Células ‘zombis’ en cáncer
El cáncer es la segunda indicación donde estos compuestos han obtenido una respuesta positiva. La quimioterapia y la radioterapia no matan todas las células tumorales e induce la senescencia de muchas de ellas, que quedan dañadas en el organismo en un estado de letargia idéntico al que muestran las células envejecidas. “Estas células zombis pueden suponer un riesgo para los pacientes si con el tiempo consiguen reactivarse, dando lugar a nuevos crecimientos tumorales”, comenta Collado. Además, en ocasiones los efectos secundarios de estas terapias anticáncer están relacionados con la inducción de senescencia de las células sanas.
Los glucósidos cardíacos consiguen precisamente la eliminación selectiva de esas “células zombis”. En modelo animal con tumores de pulmón y mama, se ha logrado eliminar el tumor junto con la quimioterapia: “La posibilidad de combinar quimioterapia frente al cáncer con este tipo de compuestos senolíticos supone una enorme promesa para aumentar la eficacia de los tratamientos y al mismo tiempo reducir los efectos secundarios”.
La alteración de la concentración de iones las hace vulnerables
Los investigadores no sólo han demostrado la capacidad senolítica de los glucósidos cardíacos, sino que se han fijado en los mecanismos moleculares que son responsables de esta actividad, descubriendo la vulnerabilidad que caracteriza a las células senescentes y que las hace más sensibles a estos fármacos. El mecanismo de acción de los glucósidos es la inhibición de la bomba sodio-potasio, lo que provoca que se altere la concentración de iones dentro de la célula: “Las células senescentes tienen alterada la concentración de iones y, por tanto, son más vulnerables a estos compuestos”, aclara Manuel Collado.
La familia de los glucósidos cardíacos, extractos de la planta del género Digitalis, son un conjunto de compuestos cuya actividad terapéutica es conocida desde hace siglos y que actualmente se utilizan para el tratamiento de afecciones cardíacas, especialmente las arritmias. Es un ejemplo más de cómo encontrar nuevas utilidades a fármacos conocidos es una estrategia que puede facilitar el desarrollo de nuevas terapias.
“La ventaja es que son fármacos que conocemos muy bien, sabemos cómo se comportan y cómo funcionan, así que es más fácil trabajar con ellos”, aduce Collado quien, no obstante, matiza que su equipo investiga también compuestos nuevos que puedan tener el mismo efecto senolítico.
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