¿Se le ocurre algún tema de actualidad judicial en el que no esté presente la psiquiatría legal? Difícil. El programa del XXVIII congreso nacional de esta sociedad médica constata que esta disciplina participa de las cuestiones penales más novedosas, desde el punto de vista de la patología mental. Uso y abuso en la coerción, internet, violencia, delincuentes sexuales en el mundo digital y en el mundo real, religión, radicalización, capacidad laboral de la fibromialga y otros trastornos de somatización, responsabilidad profesional por suicidio, construcción de la identidad de la persona y la evaluación pericial de una denuncia de abuso sexual son solo algunas de las cuestiones que se abordaron en el encuentro anual que psquiatría legal celebró en Las Palmas de Gran Canaria del 17 al 19 de octubre. Pocas horas antes de que cogiera el avión para asistir a esta cita, Alfredo Calcedo Barba, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Legal, habló con Diario Médico.
PREGUNTA. El Congreso arranca con los cambios en el CIE-11.
RESPUESTA. Si, es que esta calificación ha modificado la definición de algunas enfermedades que tienen repercusiones a la hora de la valorar la responsabilidad penal de un delincuente, la gestión del riesgo, la puesta en libertad y las salidas penitenciarias…
P. ¿Qué enfermedades?
R. Por ejemplo, las desviaciones sexuales, los trastornos de la orientación sexual, las parafilias, fetichismo… Tratamos el tema de la pedofilia y la pornografía en internet.
P. ¿Las redes sociales tiene un importante protagonismo en este congreso?
R. Sí, partimos de la premisa de que internet se ha convertido en un nuevo espacio psicológico, donde se manifiestan comportamientos del ser humano y, entre ellos, comportamientos delictivos. Hay una serie de conductas nuevas que han surgido al hilo de internet.
P. ¿Por ejemplo?
R. Los troleos o los delitos de odio, que están motivando condenas muy duras en relación a situaciones que se dan exclusivamente en internet. Por ejemplo, en EEUU está muy bien descrito el swatting, que es una broma en la que alguien llama a la policía para dar un falso aviso de un robo. La policía entra en casa y le da un susto al dueño. Internet es un espacio psicológico que tiene sus repercusiones en el mundo real.
P. ¿Cambiamos de personalidad cuando intervenidos en las redes sociales?
R. Hay muchos estudios sobre el comportamiento en internet de gente con trastorno mental. Y luego, el comportamiento que activa internet en gente, aparentemente normal, que no tiene ninguna patología. Tenemos que conocer, como psiquiatras, la dinámica que se produce en la red cuando nos piden un informe pericial o una valoración del riesgo.
P. El CIE-11 ha incluido como enfermedad la adicción a los videojuegos.
R. Sí, pero creo que por analogía se va a poder aplicar a internet en general. Luego están los comportamientos gregarios, la psicología del enjambre, que se ve en los ataques que se producen en masa en las redes sociales. En esos casos actúan como un enjambre de abejas que van a por uno.
P. Es como un ‘Fuenteovejuna’ moderno.
R. Algo así, pero la diferencia es que son anónimos entre sí, que no se conocen. El anonimato es un potenciador de la agresividad. Es decir, te desinhibes. Si eres reconocible, te controlas;si actúas de manera anónima te atreves a hacer cosas que no harías si te reconocieran.
P. Estas personas que actúan a una en las redes no se conocen entre sí, pero que parten de un mismo criterio y opinión sobre alguien o algo y eso les une.
R. Hay un concepto muy interesante, con un interés criminológico claro, que es el de la cámara de eco (echo chamber). Describe la tendencia en las personas en redes sociales a relacionarse con gente que piensa como tú. Entonces, eso genera un efecto multiplicador, que polariza las opiniones y de ahí derivan las fake news y todo lo demás.
P. Pero, no todo es malo en la red, ¿no?
R. Ayudan a mantener el contacto con las personas y a recibir información. El problema es que las redes sociales están llevando a una polarización de la sociedad tremenda. Los gurús de internet están empezando a expresar una seria preocupación por las redes sociales, porque están generando nuevos problemas sociales que nunca nos planteamos y uno es el de la polarización, que nos lleva a la radicalización, que es un problema de salud mental.
P. ¿Hasta qué punto este es una cuestión que preocupa?
R. Ahora hay una red europea potentísima financiada por la Unión Europea que está entrenando a profesionales de salud mental de varios países miembros para detectar y prevenir los procesos de radicalización, que también hay que tener en cuenta en el ámbito de la salud mental. Se han determinado patologías que tienen un especial riesgo de caer en la radicalización y, a través de las redes sociales, en la polarización.
P. Si hay un problema con la vida ‘online’, ¿cuál sería el tratamiento?
R. El mismo que el modelo de las adicciones a sustancias químicas.
P. Quiere decir ¿eliminar el consumo?
R. Hay un modelo que tiene varias fases. El primero es la sensibilización: educar para que la gente se dé cuenta de que tiene un problema. Luego viene la fase de diseñar un plan de tratamiento y un plan de intervención, que es básicamente psicosocial, de desconexión progresiva.
P. ¿Cree que esta atención podría darse en Atención Primaria?
R. Sí, con la suficiente formación. Igual que ocurre con el tabaquismo.
P. Esta adicción deja rastro en el cerebro, ¿verdad?
R. Ya hay mucho publicado sobre cómo repercuten las redes sociales e internet en el funcionamiento del cerebro. Está claro que nos ayuda a acceder a la información, pero por ejemplo está empobreciento el nivel de conocimiento, la memoria semántica se reduce. Ahora los jóvenes tienen menos memoria porque la usan menos, porque todo está en internet y lo pueden consultar. Es un problema que está produciendo un cambio muy importante, que tiene que ver con modificaciones conductuales y cerebrales.
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