Miquel Bernardo, catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Barcelona, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental e investigador principal del programa de esquizofrenia de Cibersam, ha elaborado junto a Silvia Amoretti, doctora en Biomedicina por la Universidad de Barcelona, el libro Nuevos Planteamientos Clínicos en Esquizofrenia. 30 herramientas esenciales de evaluación estandarizada, cuya publicación ha patrocinado Angelini Farmacéutica.
¿De dónde y por qué surgió ‘Nuevos Planteamientos Clínicos en Esquizofrenia’?
Hoy en día hay muchas herramientas diferentes para evaluar la esquizofrenia, pero ni están agrupadas ni estructuradas en un mismo documento. La idea, por tanto, era elaborar una obra que recopilara los instrumentos principales que un psiquiatra puede necesitar en su práctica clínica. Es decir, ofrecer un libro que pueda ayudar a tomar decisiones de cara al tratamiento o a definir un plan individualizado, objetivando los elementos más importantes para intervenir y mejorar la funcionalidad del paciente y su calidad de vida.
¿Qué criterios han seguido para seleccionar las herramientas?
Silvia Amoretti y yo llevamos a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva de todas las herramientas disponibles y, tras comprobar su validez, seleccionamos, siempre desde un punto de vista clínico, aquellas herramientas más factibles para los profesionales, tanto psiquiatras como otros, desde el aspecto del tiempo y la facilidad de uso. Es decir, que no requieran demasiadas horas o un entrenamiento específico muy complejo para utilizarse.
¿Y cómo han organizado esas herramientas?
Para hacer más práctico su uso, las herramientas se han dividido en varios apartados y subapartados, y cada uno trata un aspecto concreto. Así, los instrumentos se dividen en aquellos que abordan la fase temprana de la esquizofrenia; la evaluación de la psicosis; las dimensiones concretas y trastornos relacionados -síntomas negativos y afectivos-; la evaluación, pronóstico y variables relacionadas; el tratamiento farmacológico -efectos secundarios, satisfacción, adherencia y salud física-; la evaluación de la funcionalidad de la psicosis; la calidad de vida; la exploración neuropsicológica; y las nuevas herramientas disponibles.
Hay que tener en cuenta que el libro está orientado a facilitar la práctica diaria de los profesionales sanitarios a través de una recopilación de instrumentos que les permitan cuantificar y objetivar. Por todo ello, la obra se organiza en torno a diversas áreas. Por ejemplo, si se desea medir las situaciones relacionadas con las fases tempranas de la enfermedad, el lector encontrará rápidamente tres instrumentos que se centran en esos aspectos.
De todas las herramientas seleccionadas en el monográfico, ¿cuáles destacaría por encima del resto?
Yo me quedaría con la escala PANSS (Positive and Negative Syndrome Scale) porque es general y muy exhaustiva para la investigación. Para la rutina diaria, la CGI-SCH (Clinical Global Impression – Schizophrenia Scale). Para la evaluación de la cognición, la CRASH (Cognitive Reserve Assessment Scale in Health) y la BACS (Brief Assessment of Cognition in Schizophrenia). También destacaría la escala pronostica de la esquizofrenia de Strauss y Carpenter, ya que creo que es muy útil e importante.
Ha comentado que el libro está pensado para facilitar la práctica clínica a los profesionales sanitarios relacionados con la salud mental. ¿Qué novedades les aporta el monográfico?
Esta obra les va a permitir disponer, de forma sucinta y manejable, de los principales instrumentos que pueden objetivar la práctica de la Psiquiatría y que están orientados al diagnóstico de la esquizofrenia, su tratamiento y evaluación de las condiciones asociadas a la enfermedad que pueden repercutir en la calidad de vida del paciente.
¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan los psiquiatras a la hora de tratar la esquizofrenia?
Durante años el reto para los psiquiatras fue conseguir fiabilidad en el diagnóstico de la enfermedad. Hoy en día, ese propósito ya se ha conseguido y, por ello, se ha desplazado hacia la estabilidad y objetivación en el diagnóstico. El reto actual es lograr una atención más integral de la esquizofrenia y, en esa línea, un mejor posicionamiento de la información que obtenemos del paciente y las pruebas complementarias podría permitir avances y mejoras.
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