Más de 140.000 personas murieron a causa del sarampión en 2018, según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades estadounidenses (CDC, en sus siglas en inglés), que plasman en el informe Progresss Toward Regional Measles Elimination-Worldwide, 2000-2017.
La mayoría de las muertes se produjeron en niños menores de cinco años. Este grupo de población es el que mayor riesgo de contraer la infección presenta, con complicaciones potenciales como la neumonía o la encefalitis, así como discapacidad permantente.
La evidencia reciente señala que el virus del sarampión puede ocasionar impactos de salud a largo plazo, especialmente en el sistema inmune, lo que conlleva una mayor vulnerabilidad de los pacientes a otras patologías como la gripe.
“La mortalidad infantil a causa de patologías que pueden prevenirse es una atrocidad y un fracaso colectivo en la protección de la población más vulnerable, los niños. Para salvar vidas debemos asegurarnos de que las vacunas pueden beneficiar a la población, lo que implica invertir en inmunización y calidad de la asistencia como un derecho universal”, ha explicado Tedros Adhanom Ghebreysus, director general de la OMS.
En cuanto al impacto del sarampión, el informe establece que el mayor impacto se ha producido en el África subsahariana, donde muchos niños no han recibido de forma sostenida la vacunación. En 2018, los países con mayor incidencia fueron la República Democrática del Congo (RDC), Liberia, Madagascar, Somalia y Ucrania, alcanzando entre ellos casi la mitad de los casos globales.
Asimismo Estados Unidos ha registrado sus mayores tasas de casos de sarampión en 25 años, mientras que en Europa, Albania, República Checa, Grecia y Reino Unido, han perdido el estatus de haber erradicado la enfermedad.
Sarampión: Aumento en incidencia y mortalidad
“El hecho de que hayamos experimentado un aumento en la incidencia y la mortalidad del sarampión se debe fundamentalmente a la la reducción en las tasas de vacunación. Tenemos una vacuna eficaz y segura que lleva utilizándose cincuenta años y que ha inmunizado a cientos de millones de personas. Sin embargo, ahora menos personas están vacunándose de lo que deberían para poder prevenir casos y brotes”, ha explicado Kate O’Brien, directora del Departamento de Inmunización, Vacunas y Biológicos de la OMS.
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De hecho, las tasas de vacunación se han estancado de forma global durante casi una década. La OMS y Unicef estiman que el 86% de los niños en el mundo fueron inmunizados con la primera dosis de la vacuna del sarampión de manos de sus servicios de salud en 2018, pero que menos del 70% recibieron la segunda dosis recomendada.
La cobertura vacunal del sarampión en el mundo no cumple los requisitos para prevenir los brotes en la actualidad. La OMS recomienda una cobertura del 95% con dos dosis de la vacuna en cada país y en todas las comunidades para prevenir la infección.
Según O’Brien, parte de las razones del fracaso de vacunación se puede relacionar con la falta de acceso a las vacunas de las familias y las comunidades, así como a la incapacidad de los programas de vacunacion y de los sistemas de salud de proporcionar las dosis de vacunación de forma universal. No obstante, en “las comunidades con amplio acceso a las vacunas, el problema radica en la falta de confianza en las vacunas en general y en la toma de decisión sobre si acceder a las vacunas”.
Esfuerzos comunes
Por eso desde la OMS se está trabajando codo con codo con compañías, medicos de comunicación y organizaciones civiles para asegurar que la población recibe información veraz y basada en la evidencia científica sobre las vacunas y sus beneficios.
La Iniciativa Sarampión y Rubeola, que incluye a la Cruz Roja Americana, los CDC, Unicef, la Fundación de Naciones Unidas, la OMS, así como Gavi, están ayudando a los países para responder a los brotes de sarampión. Estos esfuerzos también incluyen acciones para reducir el riesgo de muerte durante el tratamiento, especialmente para complicaciones como la neumonía, así como la formación de trabajadores de salud para el abordaje eficaz de los efectos de la patología. Asimismo es necesario que los países y la comunidad de salud global para continuar invirtiendo en programas de inmunización nacional de alta calidad y vigilancia de la enfermedad para asegurar que los brotes se detectan y frenan con rapidez.
“Es una tragedia que en el mundo se esté produciendo este rápido aumento de casos y mortalidad de una patología que es facilmente prevenible con una vacuna. Mientras que la indecisión y la complacencia son retos que hay que superar, los peores brotes de sarampión se han producido en países con sistemas de salud y rutinas de inmunización débiles. Debemos mejorar en el acceso a los más vulnerables y ese será uno de los principales objetivos de Gavi para los próximos cinco años”, ha dicho Seth Berkley, CEO, de Gavi, the Vaccine Alliance.
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