Numerosas instituciones han denunciado recientemente los problemas generados en nuestro país por la escasez de médicos. No obstante, esta afirmación no refleja de manera exacta la realidad. Es innegable que faltan médicos en primaria. Según la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), España está en la posición 19 de los países europeos en número de médicos por 100.000 habitantes en primaria, con 75 médicos frente a los 253 de Portugal. Sin embargo, según la Comisión Europea, el número de médicos en España en 2016 (la fecha más reciente disponible) estaba por encima de la media europea (353 médicos por 100.000 habitantes), con 382 médicos por cada 100.000 españoles.
En España no faltan médicos con carácter general, sino que faltan médicos en determinadas especialidades, autonomías y, en especial, en la sanidad pública. Aunque el número de médicos especialistas ha crecido en las últimas décadas, también son cada vez más los que optan por trabajar en la medicina privada. A esto hay que sumar la fuga de médicos al extranjero. Según datos de la Organización Médica Colegial (OMC), en 2018 se expidió un total de 3.525 certificados de idoneidad a médicos españoles para trabajar en el extranjero, un 7,4% más que en 2017. Por otra parte, la distribución geográfica de los médicos en España es muy irregular: también según la OMC, en 2017 había en Navarra 611 médicos por 100.000 habitantes, y en Andalucía sólo había 420, muy por debajo de la media nacional (485).
España es uno de los países desarollados con menos gasto sanitario, y además hay muchas diferencias autonómicas
Estos datos cobran especial sentido cuando se los relaciona con el gasto sanitario. España es uno de los países desarrollados que menos invierte en sanidad. En 2015, nuestro gasto sanitario total, público y privado (expresado en poder paritario de compra en dólares USA), era de 3.180 por habitante, mientras que en Alemania era de 5.353, y en Francia de 4.530. En España, en 2017, el gasto sanitario era de 1.710 euros por habitante en el País Vasco, pero sólo de 1.153 euros/habitante en Andalucía. El nuestro es uno de los países desarrollados que menos fondos destina a sanidad y, además, dentro de él, Andalucía ocupa la última posición en gasto sanitario. De ahí que la escasez de médicos sea especialmente grave en esta comunidad.
Burocratización y politización
Nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) es uno de los más eficientes del mundo, pero lo logra a costa de los profesionales, que financiamos el sistema con nuestras bajas retribuciones. Durante años, un número relativamente alto de médicos y una sanidad privada poco competitiva permitían a la Administración ofrecer sueldos bajos y contratos precarios, pues la alternativa para la mayoría era el paro.
Así fue creciendo un sistema sanitario público burocratizado y politizado, en el que profesionales mal pagados son apartados de la gestión de los centros y sometidos a pésimas condiciones laborales, con jornadas excesivas, tiempos de descanso insuficientes y contratos temporales. En los últimos años, el aumento del nivel económico de la población y las nuevas estrategias de las compañías aseguradoras han favorecido el crecimiento de la sanidad privada, que ofrece al médico la oportunidad de huir del maltrato que recibe en los centros públicos. Otra vía de escape que ha crecido en las últimas décadas son los países de la Unión Europea.
La sanidad privada y la emigración a la UE ofrecen alternativas al ‘maltrato’ que recibe el médico en los centros públicos
En España no faltan médicos; lo que faltan son médicos dispuestos a aceptar las condiciones de trabajo que ofrece el sistema público. Éstas son especialmente malas en Andalucía, con las retribuciones y el gasto sanitario más bajos de España. Para acabar con esta situación, es necesario aumentar el gasto sanitario y modificar el modelo de gestión: debe mejorar la retribución del médico, equiparándola en todo el territorio nacional; debe acabar la precariedad laboral, tanto en lo relativo a los tipos de contrato como a las condiciones materiales de trabajo; debe reducirse al mínimo la burocratización y politización del sistema, favoreciendo la participación de los profesionales en la gestión y alentando su contribución a la solución de los problemas asistenciales.
El SNS, sobre todo el andaluz, necesita tratar mejor a sus médicos; de otro modo, se seguirá profundizando un declive que ya empieza a ser preocupante.
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