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Glaucoma: vigilar la hipertensión, primera medida para prevenirlo

El único factor sobre el que se puede actuar para prevenir el glaucoma es la presión intraocular y acudir a revisiones oftalmológicas anualmente, especialmente a partir de los 40 años, es la mejor forma de detectar si esa presión es la adecuada. En esta recomendación coinciden todos los expertos, que coinciden en señalar en que el glaucoma, del que se celebra el día mundial este jueves, es la principal causa evitable de ceguera en España, junto a la diabetes.

Julio Maset, médico de Cinfa, ha explicado que “cuanto antes se detecta la hipertensión ocular o la pérdida de visión periférica, antes se puede actuar y evitar o frenar la aparición del glaucoma”. Si bien es cierto que, la principal causa del glaucoma se relaciona con un aumento de la presión intraocular, “no todas las personas con hipertensión ocular desarrollan glaucoma“, puesto que también intervienen otros condicionantes, como “la edad, tener antecedentes familiares, se diabético o tener miopía grave o la córnea menos gruesa de lo habitual”. Ahora bien, el experto insiste en que reducir esos niveles de tensión intraocular “es la mejor medida para evitar su aparición”.

Catalina Navarro, del Servicio de Oftalmología del Hospital Sanitas CIMA, hace hincapié en que “es preciso establecer un valor para la presión intraocular de cada paciente” y así “tratar de conseguir detener la progresión de la enfermedad”. Para ello, afirma que hay distintas opciones, como el empleo de colirios, la colocación de válvulas especiales y el tratamiento con láser Argón. Para los casos más complejos se puede incluso recurrir a la cirugía, “que será más o menos invasiva en función de la situación del paciente y el grado de avance de la enfermedad”, especifica.

Para medir la presión intraocular se emplean varios equipos tecnológicos, como afirman desde Sanitas, entre ellos, los tonómetros, oftalmoscopios, perímetros, retinoscopios, gonioscopios y paquímetros.

Causas

Desde el Hospital Nuestra Señora del Rosario, de Madrid, dicen que los mecanismos causantes de esta enfermedad no son muy conocidos. No obstante, defienden que la razón más frecuente de la elevación de la presión es un inadecuado funcionamiento de las estructuras que se encargan del drenaje del líquido que ocupa la parte anterior del ojo (humor acuoso). “La elevación de la presión intraocular junto con otros factores provoca un daño progresivo del nervio óptico que en estadios finales de la enfermedad puede llevar a la ceguera”, apunta Ramón Torres Imaz, Servicio de Oftalmología de este centro.

Primeros síntomas

Desde Cinfa sostienen que el glaucoma suele pasar desapercibido porque en sus fases iniciales no muestra síntomas, pero con el tiempo la visión lateral o periférica se ve afectada, aunque puede no notarse. Conforme evoluciona el glaucoma, la persona puede manifestar dificultades para leer, deslumbramiento o mala adaptación a la oscuridad. Posteriormente, pueden aparecer manchas borrosas en la visión, puntos ciegos y/o dificultad para encontrar objetos o conducir. “En los casos graves, conforme la pérdida de visión avanza, se ve perjudicada la visión central y se pierde la capacidad de reconocer caras o detalles finos, como letras. Al cabo de los años, puede producirse ceguera con pérdida total de la visión”, añade Maset.

Daño irreversible

Para Navarro, el problema radica en que cuando acude el enfermo acude al especialista “se ha perdido un tiempo muy valioso y un alto porcentaje de las fibras nerviosas de la retina han perdido su funcionalidad, por lo que el daño en el campo visual periférico es ya irreversible”.

En este sentido, Gonzalo Muñoz, director médico de Clínica Baviera, en Madrid, postula que una visita regular al profesional puede ayudar a detectar su aparición en la fase inicial, ya que un 90% de la ceguera provocada por glaucoma podría evitarse con un diagnóstico precoz”.

Tipos de glaucoma

La Academia Americana de Oftalmología recuerda que existen dos tipos de glaucoma

  • Glaucoma crónico de ángulo abierto: es el más común. “Se produce gradualmente, cuando el ojo no drena el fluido tan bien como debería (similar a una drenaje atascado). Como resultado, la presión del ojo aumenta y empieza a dañar el nervio óptico. Este tipo de glaucoma no es doloroso y no causa ningún cambio en la visión al inicio”, informa la academia americana en su web.
  • Glaucoma de ángulo cerrado (también llamado “glaucoma de ángulo estrecho”): aparece cuando el iris está muy cerca del ángulo de drenaje en el ojo, llegando a bloquearlo. 

Decálogo para una buena salud ocular frente al glaucoma

  1. Revisar la vista con regularidad. Es primordial acudir regularmente a revisiones oftalmológicas, al menos una vez cada cinco años a partir de los 40 años y cada dos años, a partir de los 65.
  2. Seguir una dieta rica en antioxidantes y vitaminas a través de la dieta y si fuera necesario mediante  complementos alimenticios de arándanos y/o vitaminas, minerales y antioxidantes.
  3. Beber agua de manera abundante.
  4. Practicar ejercicio físico moderado y regular.
  5. No fumar. Está confirmado que el riesgo de padecer hipertensión intraocular y glaucoma aumenta en función del número de cigarrillos consumidos, por lo que es imprescindible abandonar este hábito.
  6. Controlar el estrés.
  7. Cuidar la postura al dormir. Si se tiene hipertensión intraocular, es recomendable elevar algunos centímetros la cabecera de la cama y evitar dormir boca abajo.
  8. Moderar el consumo de café.
  9. Adecuar el entorno a las necesidades del paciente: si se tiene glaucoma ajustar la iluminación a las necesidades visuales y evitar los accidentes utilizando contrastes de colores para ver mejor los objetos, señalizar las escaleras, etc.
  10.  Seguir la medicación indicada por el especialista.

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