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El sistema MIR, pendiente de la nueva ‘ITV’ de Sanidad

El sistema de formación sanitaria especializada está preparado para formar a más de 9.600 profesionales (más de 7.600 son de MIR) y el Ministerio de Sanidad y comunidades están trabajando para ampliar esa capacidad docente. Pero, ¿en qué condiciones? ¿Se forman los residentes con todas las garantías?

El sistema MIR tiene un gran prestigio, pero lo que no se evalúa, se devalúa, y Sanidad pretende reactivar las auditorías docentes que dejaron de hacerse a partir de 2015. Fuentes de Sanidad señalan que están en la fase de “establecer la metodología, criterios y requisitos” de las nuevas auditorías, avisando a todas la partes implicadas, pero de momento sin una fecha concreta para contactar con los centros.

Este sistema de control sobre la calidad en la docencia (hay unas 3.500 unidades docentes en España) que centralizaba el ministerio dejó de funcionar a partir de 2015 por falta de medios. Años antes el ritmo de las auditorías había disminuido: como informó DM, frente a las 60 auditorías realizadas entre 2012 y 2013 según informó el Ministerio, en 2009 y 2010 se realizaron 269 auditorías.

Tutores apoyan estos controles, aunque dudan sobre los beneficios reales de publicar los resultados y piden seleccionar bien los ítems

Un equipo acreditado por el Ministerio de Sanidad (generalmente otros tutores y jefes de estudios) pide documentación sobre la actividad docente del centro y una encuesta previa a los MIR. Unos meses después se desplaza al mismo para controlar cómo se hace todo. Posteriormente emiten un informe con un plan de mejora, cuya implantación, dependiendo de las deficiencias detectadas, es revisada en dos, tres o cuatro años. Incluso puede darse una suspensión cautelar de la acreditación o la desacreditación (hubo 5 entre 2012 y 2013).

Es un proceso que los tutores entrevistados por DM describen como intenso y a veces abrumador, pero que apoyan completamente porque además, reconocen, es más fácil pedir mejoras a la dirección con un informe externo en la mano.

Isabel González Anglada, jefa de estudios del Hospital Universitario Fundación Alcorcón, explica que la auditoría docente es un proceso aún más complejo que la acreditación en sí, puesto que hay que remitir mucha más documentación previamente. “Tienes que demostrar que cumples con los requisitos y la normativa y además vigilan especialmente la supervisión, particularmente a los R1, e incluso hacen una visita específica al servicio de Urgencias; hacen entrevistas a los MIR y tutores, a jefatura de estudios…”.

Falta de tiempo

María Rosario López Rico, presidenta de docencia del Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña, reconoce que es un proceso que se vive con cierto nerviosismo, pero “sirve para ver cómo están las cosas. Es verdad que en el día a día las haces, pero a veces no las dejas por escrito o no se trasladan al papel de forma rigurosa”, cuenta. Rompe una lanza a favor de los tutores, la base de la docencia MIR: “Cuando nos evaluamos, mejoramos, pero no tener cintura a veces complica las cosas. Debemos tener todo documentado, pero habría que dar a los tutores más herramientas para ello, porque tienen muy poco tiempo. Afortunadamente poco a poco vamos ganando en ese aspecto”.

“En la última auditoría que nos hicieron a todo el hospital, pedían documentación de hasta dos años atrás. Si no lo tienes todo organizado y al día, es imposible que en dos meses esté”, opina Agustín Julián-Jiménez, coordinador de Docencia, Formación, Investigación y Calidad del Complejo Hospitalario Universitario de Toledo, en Castilla-La Mancha.

Le sorprendió la exhaustividad de las entrevistas: “También hablaron con los responsables de Calidad, de coordinación de Enfermería, de la unidad de Atención al paciente… obviamente están relacionados con la docencia, pero no forman parte directa de la comisión docente. Sabíamos que harían estas entrevistas, pero no qué les iban a preguntar ni a pedir in situ”.

“Es un proceso abrumador, que requiere la implicación de mucha gente. Estaría bien que avisaran a principios de año o un año antes, no con sólo dos o tres meses de antelación, y tener un calendario de auditorías, porque obviamente la actividad del hospital no para. También que el plan de mejora hubiera llegado antes. Tardó casi un año y si se dilata en el tiempo, pueden cambiar los responsables y se pierde eficacia”, critica Julián-Jiménez.

El control externo sufre de falta de medios: entre 2012 y 2013 se hicieron 60 auditorías, frente a las 269 realizadas entre 2009 y 2010

“Quienes te evalúan son jefes de estudios de otras comunidades que tienen los mismos problemas que tú. Me parece que el diseño es difícilmente mejorable; lo importante es ponerlo en práctica, porque nos señalan los puntos débiles y proponen mejoras”, observa Remigio Cordero, jefe de estudios del Complejo Hospitalario Universitario de Badajoz. Añade que la ausencia de auditorías externas no significa que no haya un control interno: la propia comisión de docencia hace informes anuales y tiene una composición que incluye a los residentes, “que se aseguran que de mantengamos la calidad, hagamos sesiones clínicas…”.

Francesc Feliu, tutor MIR de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario Joan XXIII de Tarragona, señala que él, personalmente, no ha pasado ninguna auditoría en su servicio, “pero sí se hacen controles internos con las encuestas de residentes. Nos permite controlar lo que hay que mejorar, como la supervisión, las guardias… Si se nota algo raro, el jefe de Estudios se pone en contacto con el propio servicio”. Tanto en Cataluña como en País Vasco las encuestas de residentes están estandarizadas y son comunes a todos los centros.

Datos públicos

Sobre posibles mejoras, González apunta que “se trata de un proceso muy exigente en el que, si sales con buena nota, no deja de ser un marchamo a lo que tú haces. Sería muy positivo que se hiciera público el resultado de las auditorías, con la calificación que te den, para que los residentes también lo conozcan”.

Julián-Jiménez se muestra de acuerdo, pero matiza que habría que consensuar qué datos se publican. “Puede ser malinterpretado y las circunstancias de cada centro son diferentes. No tiene mucho sentido comparar un hospital con 20 residentes que acaban de empezar con el nuestro, que tenemos más 10 años de experiencia docente y un gran desarrollo en normativas y protocolos”. Algunos signos de calidad serían que todos los residentes y servicios tuvieran sus guías docentes propias, una memoria individual y que la evaluación estuviese bien documentada.

“Se pueden descubrir carencias importantes, pero otras que no lo son. ¿Tiene que ser público que falta por hacer un papel? No lo tengo claro; si se hiciera, requeriría un consenso sobre los ítems a publicar”, apunta López.

Cordero afirma que no le importaría dar publicidad a las auditorías, pero duda sobre la relevancia que tendrían para futuros MIR. “El criterio de prestigio general es qué puesto sacan en el examen MIR quienes eligen el centro, cuando en esa decisión pesan otros factores, como la accesibilidad. Por otra parte, el residente elige con una especialidad en mente; cuando compara, es entre distintas unidades docentes; no piensa en el centro en conjunto”

 

La supervisión y las guías formativas, entre los puntos más conflictivos

Isabel Bermúdez, jefa de Estudios de la Unidad Docente Multidisciplinar de Atención Familiar y Comunitaria de Bahía de Cádiz – La Janda, está acreditada desde hace unos años como auditora del Ministerio de Sanidad, si bien hasta ahora ha participado en auditorías internas que organiza Andalucía para subsanar posibles problemas de cara a las auditorías externas del ministerio. “De hecho, si Sanidad me llamara, sería para hacer una fuera de mi autonomía, para mantener la imparcialidad”, explica.

En las auditorías, previamente se solicita diferente información, como las guías formativas, cómo se acredita a los tutores, los protocolos de supervisión, para revisarlas presencialmente. Además esos días se entrevista a una selección de tutores y residentes, para preguntarles cómo se organiza la docencia, las rotaciones externas o si tienen alguna vía para tramitar quejas y denuncias.

“Hay puntos llave, que si se nota alguna carencia, la auditoría no se pasa, y puntos clave, que son importantes pero subsanables”. Los problemas habituales, explica, son los protocolos de supervisión, la falta de homogeneidad en las guías formativas y planes individuales de los MIR y otras carencias como, por ejemplo, no indicar los objetivos docentes de la rotación, y que las entrevistas de los tutores a los MIR no estén bien estructuradas.

Vocal de la Comisión Nacional de Medicina de Familia, señala que a veces les llega algún caso de
grupos de tutores y residentes que reclaman una auditoría, pero la comisión no se encarga personalmente, sino que deriva a Sanidad. “Muchos casos nos llegan de los propios vocales de MIR, que recogen denuncias de sus compañeros”

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