Una dieta cetogénica (alta en grasas, adecuada en proteínas, baja en carbohidratos) puede, en combinación con ciertas estrategias farmacológicas, mejorar la efectividad de los antitumorales inhibidores de PI3K, sugiere un experimento en Nature.
Si bien necesita más investigación para determinar si estos resultados pueden trasladarse a la clínica, el estudio indica que las estrategias que combinan determinadas modificaciones dietéticas con terapia dirigida podrían servir para mejorar las respuestas al tratamiento oncológico.
Las mutaciones en PI3K pueden derivar en cáncer, pero esta cinasa también regula el metabolismo de la glucosa y su inhibición puede provocar hiperglucemia y un aumento de los niveles de insulina. Ese efecto suele ser transitorio, pero puede prolongarse en pacientes con cualquier grado de resistencia a la insulina. En estos casos, la terapia se suspende, pues la insulina es un estimulador de la señalización de PI3K en los tumores y puede afectar la progresión del cáncer.
Evitar la interrelación glucosa-insulina
Lewis Cantley, de la Universidad Cornell Weill, en Nueva York, ha demostrado en esta investigación con varios modelos de ratones, que cortar la interrelación glucosa-insulina puede reactivar la señalización de PI3K en los tumores durante el tratamiento y, por tanto, comprometer la eficacia antitumoral de los inhibidores.
Para evitar esa interrelación de la insulina puede ser útil una dieta cetogénica, que agota las reservas de glucógeno en el hígado, limitando la liberación de glucosa después de la inhibición de PI3K. En ratones, se ha constatado un menor nivel de insulina después de recibir inhibidores de PI3K, lo que resulta en la reducción del tumor en varios modelos tumorales murinos.
La dieta por sí sola no siempre beneficia al paciente
Con todo, la dieta cetogénica sola tuvo efectos variables en los diferentes modelos tumorales en ratones, lo que sugiere que los cambios dietéticos solos fueron insuficientes para obtener las respuestas terapéuticas. En modelos de leucemia mieloide aguda, por ejemplo, la dieta sola aceleró la progresión de la enfermedad, lo que sugiere que este régimen alimentario puede ser perjudicial para algunos pacientes con cáncer cuando se emplea en forma aislada.
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