Anestesiar a un paciente cuando se va a proceder a una cirugía es un acto muy complejo. En su perfecta ejecución pueden influir factores de diversa índole: desde las drogas que se administran al estado específico, causal y anatómico del paciente. Por ello, y porque la seguridad del paciente es la base de su actividad, los profesionales consideran que la formación, el conocimiento y el manejo protocolizado y basado en la evidencia científica en cuanto a técnicas y sustancias anestésicas, contratiempos que pueden surgir y forma eficaz de abordarlos, “no sólo afectan a los especialistas en anestesiología, sino a todo el equipo que participa en un acto quirúrgico”, indica a DM Beatriz de la Quintana, del Servicio de Anestesiología, Reanimación y Tratamiento del Dolor, del Hospital Universitario Santa Cristina, de Madrid. La profesional ha coordinado un curso de Seguridad, Humanización y Buenas Prácticas en Anestesia, celebrado en el citado hospital, y cuya mayor actividad quirúrgica es cirugía mayor ambulatoria (CMA).
Para De la Quintana, el primer punto pasa por el perfecto conocimiento de la vía aérea y de su manejo. “Se realiza una programación preanestésica, pero hay ocasiones en que vías aéreas que parecían fáciles de abordar se convierten en complejas. En cualquier cirugía que precise anestesia general, fundamentalmente, pueden surgir complicaciones”.
Actuaciones metódicas
A pesar de que más del 70 por ciento de las intervenciones anestésicas que se llevan a cabo en el Santa Cristina son cirugía mayor ambulatoria (CMA), y para la mayoría de las cuales se emplea mascarilla laríngea, los riesgos no desaparecen, “siempre hay que estar alerta. Hay cirugías que precisan aislar la vía aérea con intubación y, en ocasiones, es imposible intubar la vía aérea, lo que eleva el riesgo de apnea y de parada respiratoria. En estos casos, la resolución es la cricotiroidotomía para establecer una vía aérea permeable. En cualquier caso, y aunque existen algoritmos y secuencias para vía aérea difícil, conocer su manejo es fundamental, para el anestesista y para el equipo de enfermería, por ejemplo, cuando se precisa apoyo y ayuda”.
El control se convierte en exhaustivo ante la aparición de eventos críticos, potencialmente presentes en cualquier tipo de cirugía. En este sentido, las recomendaciones de la Declaración de Helsinki sobre seguridad anestésica apoyan las pautas de los profesionales. “Críticos pone de manifiesto que son eventos no habituales, pero que pueden ocurrir. Por eso, cuanto más control se ejerza y la actuación sea metódica, con algoritmos concretos, menos morbilidades aparecerán. Ante un evento crítico es esencial saber cómo manejarse ante ellos; si se produce una parada, cómo liderar al equipo. Son aspectos decisivos”.
Cirugías abdominales, politraumatizados o extirpaciones de órganos son algunas de las intervenciones con riesgo aumentado de evento crítico
Según De la Quintana, las cirugías abdominales, las que se llevan a cabo en pacientes politraumatizados o extirpaciones de hígado, por ejemplo, son algunas de las intervenciones más susceptibles de eventos críticos, “aunque pueden presentarse en cualquier otra”. El manejo de estas complicaciones es un conjunto de actos; es necesario estar muy atentos a todos los detalles, “y sin perder de vista lo que te haya contado el paciente porque los hay más sensibles y hay que asegurarse de que ha cumplido todos los requisitos: que no ha comido ni bebido anteriormente o que en ese momento no tiene ninguna patología, aunque sea banal”, indica la experta.
Poco frecuentes, pero graves
La hipertermia maligna es uno de estos incidentes. Suele aparecer, sobre todo, en niños con espina bífida y en los que se han sometido a múltiples intervenciones. En adultos es más frecuente en personas con distrofias musculares. La presencia de estas patologías con la mezcla de ciertos gases o de relajantes musculares puede originar cuadros de estas características que, “aunque afortunadamente son muy escasos, se acompañan de un pronóstico muy malo y tienen un elevado índice de mortalidad”. Similar situación se reproduce en casos de anafilaxia y de hemorragia masiva.
Evento crítico también es la intoxicación por anestésicos locales. Por ejemplo, cuando se lleva a cabo un bloqueo axilar puede aparecer toxicidad porque los anestésicos, aunque locales, pueden pasar a sangre. “Administrados de forma masiva, los anestésicos locales originan un bloqueo total: motor en las placas motoras, pero también sistémico por su toxicidad. Uno de los más empleados, la bupivacaína, actúa sobre el corazón, lo que supone que puede hacer un bloqueo cardíaco. Se trata, igualmente, de un evento muy poco frecuente, pero por su potencial gravedad es necesario que los profesionales anestesistas y el personal sanitario en su conjunto conozcan las recomendaciones y los protocolos establecidos para actuar correctamente y garantizar la seguridad del paciente”.
Las escalas con criterios para el alta hospitalaria se revisan continuamente, pues recogen nuevas medidas con evidencia científica sólida
En el curso, los profesionales también se han referido a los criterios de alta hospitalaria en CMA, guiados por la escala de Aldrete que, no obstante, están en continua revisión aportando mejoras basadas en la evidencia científica. Por ejemplo, “anteriormente si la micción espontánea no se producía, el paciente no recibía el alta. Ahora, en algunas cirugías no es determinante. Sin embargo, estabilidad hemodinámica, dolor controlado, ausencia de vómitos o náuseas, que esté bien orientado, entre otros, siguen marcando las altas hospitalarias”.
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