El pasado mes de mayo, un equipo multidisciplinar de Neumología del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, realizaba el primer caso en España de tratamiento de enfisema pulmonar mediante una innovadora técnica: la administración de vapor de agua, vía endoscópica, en el segmento más afectado de un lóbulo pulmonar. La clave del procedimiento es reducir volumen pulmonar provocando una inflamación del mismo y eliminar la parte más enferma de ese tejido pulmonar, fenómeno que permite la expansión de la zona más sana.
A pesar de que aún no se han establecido datos concluyentes debido a lo reciente de la intervención, los resultados preliminares son muy alentadores: “La eficacia del tratamiento empieza a observarse entre las 2 y 4 semanas posteriores. La medición es posible a los tres meses, ya que el efecto inflamatorio es gradual. No obstante, se prevé mejoría, según lo que se está objetivando en el paciente, que está estable”, señalan a DM Luis Puente Maestu, jefe del Servicio de Neumología, y José Javier García López, jefe de Sección de Broncoscopia y Función Pulmonar del mismo servicio, ambos del Gregorio Marañón.
Sí existen, sin embargo, datos sólidos de este procedimiento en países como Austria, Alemania y más recientemente Italia, que lo está empezando a incorporar, que muestran una evidente mejora en la prueba de función pulmonar FEV1 (volumen respiratorio forzado al primer segundo) en torno al 15%, así como mejoría en el test de la marcha a 6 minutos y en los cuestionarios sobre calidad de vida que responden los pacientes.
El enfisema pulmonar, que junto con la bronquitis crónica se incluye dentro de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), se caracteriza por una destrucción de los alvéolos pulmonares que se sustituye por tejido no funcionante llamado bullas y que comprimen el tejido pulmonar sano restante.
Limitación grave
Se calcula que entre el 6 y el 10% de la población mundial padece EPOC, correspondiendo un 4% a los afectados por el enfisema. La indicación prioritaria de esta nueva técnica en España se centra en pacientes con una limitación funcional grave, con una disnea superior a 2 en la escala mMRC (indicadora de fatiga limitante para realizar actividades cotidianas)y que, a pesar de estar tratados adecuadamente, mantienen una disnea limitante. En el enfisema, las zonas más afectadas están muy hinchadas y comprimen el tejido pulmonar sano restante. Así, la reducción de volumen es el objetivo terapéutico para eliminar las áreas de enfisema y permitir que el pulmón más sano restante funcione, lo que “clínicamente se traduce en una m
Independiente de las cisuras
Dependiendo de las características del enfisema, la reducción del volumen se lleva a cabo con diferentes métodos endoscópicos, considerados convencionales, y empleados todos en el Gregorio Marañón: colocación de válvulas en los bronquios del lóbulo pulmonar más afectado; implantación de coils, espirales metálicos en forma de gancho, que traccionan el parénquima pulmonar enfermo y, la más reciente, la administración de vapor.
La reducción endoscópica mediante vapor de agua añade una ventaja a los procedimientos habituales cuya realización precisa una separación anatómica completa de los bronquios. El tratamiento con vapor viene a resolver este obstáculo, considera García López: “En enfisema inhomogéneo de predominio en lóbulos superiores y sin cisuras pulmonares íntegras -es decir, cuando no hay separación total de los lóbulos-, el sistema del vapor es independiente de la integridad de las cisuras”. El método se basa, por tanto, en la aplicación mediante broncoscopia de vapor de agua en el segmento pulmonar que está más dañado, generando una reacción inflamatoria que conduce a la reducción del volumen pulmonar. “En realidad, se genera una cicatriz donde antes había un área significativa de enfisema”.
Un único ‘disparo’
Para la aplicación del vapor de agua, los profesionales en broncoscopia colocan un balón que cierra el bronquio que va a ser tratado. A través de él, se introduce el vapor de agua en una aplicación única -aunque dependiendo de los casos parece que el procedimiento podría repetirse- que, en el tejido pulmonar alcanza temperaturas de entre 76 y 78 grados centígrados, explica García López.
Esta terapia desencadena una reacción inflamatoria que, al contrario de lo que pudiera pensarse a priori, no es perjudicial, señala Puente. “La zona tratada era la que perjudicaba al buen funcionamiento del pulmón. Por tanto, al generar una cicatriz, esa zona deja de ser limitante. Básicamente, se trata de reducir el volumen del tejido dañado por el enfisema para que el restante, más sano, cumpla de una manera más satisfactoria su función pulmonar. Aunque no ha sido motivo de estudio, se sospecha que la reducción de volumen en enfisemas con FEV1 de entre el 20 y el 45%, también podría mejorar la función cardíaca”.
Mediante broncoscopia se localiza (figura 1) el segmento pulmonar más lesionado por el enfisema pulmonar. El broncoscopio va provisto de un dispositivo (figura 2) que incorpora un pequeño balón encargado de cerrar el lóbulo que va a ser tratado (imagen 3). Una única aplicación de vapor de agua (figura 4), con una temperatura de hasta 78 grados centígrados, consigue generar una respuesta inflamatoria que desemboca en el desarrollo de una cicatriz que sustituye al tejido anteriormente limitante. El vapor de agua se obtiene de un dispositivo externo. El tratamiento sólo requiere de unos días de ingreso posterior y su efectividad se objetiva de 2 a 4 semanas después.
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