Adaptar el tratamiento y la prevención de las enfermedades oncológicas a la variabilidad interindividual de genes, proteínas, ambiente y estilo de vida parecía un hito imposible de alcanzar hace unos años. El advenimiento y el rápido desarrollo de la biotecnología, la genética y la genómica lo hicieron posible.
La medicina de precisión está plenamente incorporada en disciplinas como la Oncología, y su implantación de forma equitativa constituye uno de los principales objetivos de las sociedades científicas como la SEOM, ya que constituye una obligación ética y política en la medida en que ha permitido cambiar la historia natural de algunas enfermedades oncológicas y ha supuesto una mejoría indiscutible en su prevención. Disponemos ya de datos de metanálisis recientes que incluyen más de 8.000 pacientes con tumores refractarios que avalan que los tratamientos dirigidos, en comparación con los habituales, pueden duplicar la supervivencia libre de enfermedad y prolongar la supervivencia global de forma clínicamente relevante.
Sin embargo, esta aproximación no está exenta de dificultades. La complejidad de la biología celular, sobre todo en relación con la heterogeneidad y evolución tumorales, y la inabarcable red de señalización celular afectada por los tratamientos dirigidos, dificultan la propia comprensión del impacto de la oncología de precisión en la enfermedad. Además, cada vez somos más conscientes de la complejidad en la interpretación de resultados y datos producidos de forma masiva, de modo que no nos dejemos llevar por el ruido o los epifenómenos. Para que podamos aprovechar al máximo las nuevas tecnologías en beneficio de nuestros pacientes, debemos permitirnos cambiar los paradigmas que definieron el método científico en sus inicios.
Con el desarrollo de la medicina de precisión, los ciudadanos y los sistemas sanitarios se enfrentan a nuevos retos, como la gestión de las inéditas implicaciones éticas, económicas, sociales y jurídicas, esperables sobre todo en relación con la protección de datos; y la dificultad logística y económica de su establecimiento masivo.
Sin embargo, la medicina de precisión no puede sino considerarse como una oportunidad en todos los sentidos. La medicina de precisión nos permite seleccionar a los pacientes con mayor probabilidad de respuesta para tratar sólo a estos, evitando la exposición de pacientes a tratamientos costosos e innecesarios, minimizando las complicaciones derivadas de tratamientos sin posibilidad de respuesta. Pero además, esta estrategia debería constituirse como motor del desarrollo científico, económico, tecnológico e industrial, tal y como lo han entendido la mayoría de los países de nuestro entorno, que han considerado la dotación de medios formativos, humanos y del tejido industrial necesarios para establecerla como paradigma de atención sanitaria, como una de sus prioridades.
Implantación
La medicina personalizada está transformando la investigación clínica y biomédica y la asistencia sanitaria tanto desde un punto de vista conceptual como metodológico, y existen oportunidades extraordinarias para mejorar la salud pública y, probablemente, reducir los costes del sistema sanitario. La medicina de precisión se está implantando, pero todos los participantes del proceso, profesionales, Administración y sociedades científicas, debemos garantizar que se realice salvaguardando la calidad técnica y la equidad en el acceso a las mejores prácticas, garantizando los derechos de pacientes y profesionales, sin arriesgar la solvencia del sistema de salud y sin dejar escapar las oportunidades de desarrollo que su implantación llevaría asociadas.
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