La batalla contras las bacterias y los virus, a pesar de las resistencias y en algunos casos de la toxicidad, avanza de manera notable. Pero ahora los expertos consideran que se abre un nuevo reto: afinar bien el tratamiento terapéutico, pero también la prevención. El manejo de las resistencias a los antibióticos, un grave problema de salud que ha experimentando un aumento progresivo, con el consiguiente agotamiento de los fármacos efectivos para tratar las infecciones, obliga así a apostar por la prevención y por optimizar el uso de antimicrobianos, con el fin de lograr un mejor pronóstico de los pacientes con infecciones graves, y el control de las resistencias.
Esta es una reflexión en voz alta de Carmen Fariñas, jefa de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Valdecilla y catedrática de la Universidad de Cantabria, que moderó la mesa redonda Prevención de la enfermedad por virus, dentro de la jornada titulada Cambiando el paradigma en enfermedades infecciosas: del tratamiento a la prevención, organizado por MSD en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
Fariñas ha destacado la importancia de este curso para hacer especial hincapié en la prevención, y en abordar correctamente las infecciones. “La principal razón de las resistencias es que los tratamientos iniciales, instaurados antes de conocer el resultado de los cultivos, no suelen ser efectivos”. La internista ha añadido que las enfermedades infecciosas transmisibles siguen siendo un problema que afecta a la salud de la población, a pesar de los grandes avances realizados en su prevención, control y tratamiento. “Los acontecimientos más notables que se han producido en los últimos años en relación con las enfermedades infecciosas han sido la reaparición de enfermedades que se creían en vías de extinción en los países más desarrollados; el aumento de la virulencia de algunos microorganismos, la aparición de nuevas enfermedades y el incremento de la resistencia de algunos microorganismos a los antibióticos”, ha apuntado la catedrática.
Las personas pueden contraer infecciones en la comunidad -en el hogar, en el trabajo, etcétera- o en relación con la asistencia sanitaria que puedan recibir en un determinado momento. Y como quiera que la prevención es clave, Fariñas ha recordado aspectos tan importantes como la higiene de manos; la correcta manipulación y preparación de alimentos; la aplicación de vacunas en la prevención de las enfermedades transmisibles; un uso prudente y responsable de los antibióticos; un buen consejo médico a los pacientes; y una educación sanitaria con estrategias poblacionales motivadoras del autocuidado especialmente en aquellas enfermedades infecciosas de larga duración como tuberculosis, infecciones por VIH, VHB o VHC.
Para Rafal Cantón, del Servicio de Microbiología y Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, que ha moderado una de las mesas redondas, las campañas de concienciación para el uso racional del medicamento han contribuido a que la situación mejore en el caso concreto de algunas bacterias. “En el medio extrahospitalario hay una especie de repliegue o reducción de las resistencias que produce una de las bacterias más comunes: el neumococo. Queda la duda de si este repliegue es general o solo afecta a este microorganismo”, ha indicado.
A su juicio hay que hacer una llamada a la prevención; seguir el tratamiento que ha recomendado el médico con el número de dosis y de comprimidos exactos, y realizar las medidas de higiene normales y corrientes, haciendo hincapié en el lavado de manos. ¿Es importante poner freno a la resistencia a antibióticos? Cantón lo tiene claro. “Sí, lo es, porque genera más gasto sanitario, y tiene una importancia que podemos medir. Un paciente afectado por una bacteria resistente requiere más recursos que uno que está infectado con una bacteria sensible”, ha precisado.
A todo ello hay que añadir que el riesgo a no superar la infección es mayor, con lo que el paciente puede tener un desenlace no adecuado, incluso fallecer por una infección que podría haber respondido al estar producida por una bacteria sensible. “El 6% de los pacientes tiene una infección que no poseía cuando entró en el hospital. De ellas, el 10% están causadas por microorganismos que no nos resultan fáciles de tratar, y un porcentaje significativo se pueden evitar. Las más preocupantes en el hospital son las urinarias, las sistémicas, las respiratorias y las provocadas por las heridas quirúrgicas después de una operación”, ha enumerado.
Pero, según Cantón, hay elementos positivos en las infecciones. España, a nivel de enfermedades infecciosas y microbiología, hace relativamente bien los deberes. “Somos el sexto país a nivel mundial en publicaciones en microbiología y ocupamos el cuarto en cuanto a enfermedades infecciosas. Esto debería poder trasladarse al campo de la investigación de fármacos con actividad antimicrobiana”.
Pacientes inmunodeprimidos
Por su parte, Emilio Bouza, del Servicio de Microbiología y Enfermedades Infecciosas del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, ha insistido en que la mayor parte de las infecciones afectan a pacientes inmunodeprimidos que tienen una grave situación clínica de base, y que hay que distinguir entre la infección como acontecimiento y como causa mortal. En cualquier caso, lo cierto es que entre el 5 y el 10% causan muerte en el hospital”, ha advertido preocupado
Este especialista ha asegurado que un paso importante sería encontrar mecanismos para tratar “bien y pronto” las bacterias resistentes, ya que si una infección determinada se trata el primer día, su mortalidad se reduce de manera muy significativa. Bouza, ha calificado el fenómeno de la resistencia antimicrobiana como un “problema de salud pública” que afecta a toda la sociedad y al que hay que dar la importancia que tiene.
“Todos los avances que se han producido en la medicina, en trasplantes, en cirugía, podrían venirse abajo si no somos capaces de prevenir las infecciones con una adecuada prevención. El control de las infecciones nosocomiales se convierte, por ejemplo, en un mecanismo capaz de contribuir al ahorro económico y al mismo tiempo de incrementar la calidad del sistema sanitario”, ha añadido el ponente.
Bouza ha recordado que la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene asegura que aproximadamente el 6% de los pacientes hospitalizados cada año en España contrae alguna infección; es decir, alrededor de 300.000 personas. “Las infecciones hospitalarias representan uno de los problemas más importantes para cualquier sistema sanitario debido a la importante proporción de afectados, su mortalidad y el gasto asociado”.
Existen múltiples factores que pueden propiciar la infección en los pacientes hospitalizados, tal y como se puso sobre la mesa de debate en la UIMP: la reducción de la inmunidad de los pacientes; una mayor variedad de procedimientos médicos y técnicas invasivas, y la transmisión de bacterias farmacorresistentes entre los ingresados.
Por otro lado, el director de la cátedra MSD, César Nombela, ha hecho hincapié en que los nuevos antibióticos retoman mecanismos de acción ya conocidos, pero su novedad es la mayor potencia y cobertura sobre distintos microorganismos. El impacto, pues, en el desarrollo de resistencias será menor. “El problema de la resistencia a antibióticos es grave, y la industria ha de seguir trabajando en la búsqueda de nuevos avances en la investigación de antibióticos con el objetivo de mejorar la salud y la vida de las personas”.
Nombela ha hecho referencia a la “necesidad” de regular el empleo de antibióticos. “En la mano de todos está la política de aplicación de forma racional. El gran nivel que tenemos en España es gracias a las redes de investigación que existen, y esa experiencia de trabajo coordinado debe trasladarse también a la búsqueda de nuevos antimicrobianos”.
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