La eficiencia en sanidad la marca un criterio fundamental: que la atención se realice en el nivel asistencial y por el personal que mejor lo puede realizar, en términos de costes, de resultados de salud y de beneficio para los pacientes.
Las competencias están claramente fijadas en la normativa pero entre medias hay espacios de solapamiento y/o duplicidad, otros en sombra o desatendidos y otros mal adjudicados. Un claro ejemplo es el ingreso de pacientes convalecientes o de media y larga estancia en camas de hospitales de alta tecnificación, pero hay muchos más.
Poner orden, es decir, planificar, corresponde a las administraciones competentes; son las que tienen que definir, ya sea a través de normas o de la financiación de los servicios y procesos, dónde hay que realizar cada cosa. Pero eso tienen que hacerlo de la mano de la evidencia científica -experiencias que avalan dónde es mejor prestar cada servicio, atención o proceso- y, por supuesto, con el acuerdo y consenso de todos los profesionales implicados.
La atención sanitaria no puede funcionar como una sábana de la que tiran las profesiones por cada lado y la que tira más fuerte se queda más tapada.
El foco de administraciones, gestores y profesionales tiene que ponerse en el paciente y sus necesidades y en la eficiencia (en términos de costes, calidad y resultados de salud) y, a partir de ahí, tomar decisiones para ir corrigiendo posibles desviaciones. La foto de las necesidades sanitarias de la población española no es fija ni homogénea; el envejecimiento, la cronicidad, la dependencia, la fragilidad… van a más y con ello obligan a cambiar un esquema de competencias de niveles y profesiones que ya se está mostrando obsoleto.
El asunto de las competencias profesionales, y de la imprescindible colaboración entre profesiones, no puede resolverse en función de los conflictos y las reformas legislativas ni prolongarse excesivamente. Como bien dice Serafín Romero, presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), sobre el largo y retorcido proceso para llegar a la receta enfermera: “Esto ya cansa, es hasta patético”.
Para obtener buenos titulares en las ediciones en papel y lograr mucho tráfico en las plataformas digitales de los medios especializados, como es nuestro caso, esos conflictos o polémicas van muy bien; pero eso contribuye poco a resolver problemas entre profesiones sanitarias que, en realidad, son problemas de los pacientes.
Lo dicho: los servicios se deben de prestar allí donde sea mejor y por quien sea mejor que se presten, para paciente y sistema.
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