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El poder de los suplementos de omega 3 se desvanece

La evidencia científica no parece acompañar a los suplementos de ácidos grasos omega 3. Su utilidad para la prevención de enfermedades sería mucho más reducida que la que se postulaba hace unos años. Una muestra de esta tendencia es el ensayo clínico Ascend, presentado la semana pasada en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), en Múnich, que no apreció una diferencia significativa en el riesgo de eventos vasculares graves entre los pacientes con diabetes que consumieron suplementos de omega 3 y los que recibieron un placebo. El estudio se ha realizado con casi 15.500 pacientes y se ha publicado en The New England Journal of Medicine (NEJM).

La autora principal de la investigación, Louise Bowman, de la Universidad de Oxford, ha sido contundente en la presentación de sus resultados:“Nuestro amplio estudio aleatorio a largo plazo muestra que los suplementos de aceite de pescado no reducen el riesgo de eventos cardiovasculares en pacientes con diabetes. Es un hallazgo decepcionante, pero concuerda con los resultados de anteriores ensayos clínicos en otros tipos de pacientes con un riesgo cardiovascular elevado. No existe ninguna justificación para recomendar los suplementos de aceite de pescado para la protección frente a los eventos cardiovasculares”.

Otro ejemplo reciente es una revisión publicada el pasado mes de julio en Cochrane Database of Systematic Reviews, que concluyó que el aumento de la ingesta de ácidos grasos omega 3 ejerce un efecto pequeño o nulo sobre la mortalidad y la salud cardiovascular. Estos resultados se extraen, fundamentalmente, de ensayos clínicos con suplementos.

Efecto moderado

Los autores, encabezados por Lee Hoper, de la Universidad de Anglia del Este, en Norwich (Reino Unido), concluyen que su revisión “proporciona una buena evidencia” de los efectos prácticamente inexistentes de los omega 3 en prevención cardiovascular. Tan solo encontraron una salvedad:“una moderada evidencia” de que aumentar el consumo de ácido alfa-linolénico, que se encuentra en ciertas plantas y frutos secos, “puede ofrecer una ligera protección frente a ciertas enfermedades cardiacas”.

La historia de estos componentes de la alimentación sigue el mismo guión que otros elementos claves para la salud, como pueden ser las vitaminas. Su consumo a través de la dieta -en este caso, el pescado sería la fuente principal- aporta beneficios sobradamente demostrados en la prevención de enfermedades, aunque no se conozcan al detalle los mecanismos responsables ni las dosis necesarias. Sin embargo, recomendar su ingesta en forma de suplementos supone, en palabras de Francisco Botella, endocrinólogo del Complejo Hospitalario de Albacete y vocal de la junta directiva de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), “dar un salto al vacío”.

Equiparar los efectos de la dieta rica en ácidos grasos omega 3 con los que proporcionan las cápsulas implica dar un “salto al vacío”

Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Navarra, coordinador de la red de centros Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea) y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciberobn), abunda en la idea de que “no se puede equiparar una cápsula con el pescado, que tiene muchos más elementos y cuyo consumo reemplaza a la carne roja y procesada”. En este sentido, considera absurdo “pensar que un solo nutriente vaya a producir un efecto fuerte sobre el riesgo cardiovascular”. La disminución se produce por el consumo combinado de diferentes elementos: pescado, cereales, verduras…

Indicación médica

Por todo lo anterior, Botella comenta que la SEEN no recomienda los omega 3 para la prevención cardiovascular o de otros problemas de salud. Pero las generalizaciones suelen tener excepciones y existe una indicación concreta: el tratamiento en segunda línea de la hipertrigliceridemia grave, “en dosis farmacológica y con prescripción médica”. Fuera del consumo con receta, “las indicaciones nunca han estado respaldadas por estudios serios”.

Otro uso apoyado por la comunidad médica son las mezclas de nutrición parenteral enriquecidas con omega 3 como tratamiento de la colestasis en pacientes con nutrición parenteral prolongada.

Esos dos supuestos serían los que cuentan con una mayor aprobación científica, aunque sigue habiendo sociedades médicas que recomiendan la suplementación con fines preventivos. En opinión de Martínez-González, “deberían dejar de aconsejar su empleo y apostar más por el consumo de pescado”.

Una de las sociedades más prestigiosas que sigue avalando el empleo en prevención cardiovascular secundaria es la Asociación Americana del Corazón (AHA). No obstante, esta entidad también hace hincapié en los beneficios que proporciona la ingesta de varias raciones semanales de pescado y marisco.

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