No hay dos sin tres. Tras hablar de la Nueva Medicina Germánica de Hamer (el cáncer como causa de un conflicto emocional) y de su deriva de Sabbah y Flèche, la biodescodificación (toda enfermedad como causa de un conflicto emocional), llega el turno de la nieta de las tesis de Hamer: la bioneuroemoción.
Enric Corbera, un naturópata de Rubí, tras una temporada siendo alumno de biodescodificación, creó el Instituto Español de Biodescodificación y la Asociación Española de Biodescodificación junto a Rafael Marañón. Empezó dando charlas sobre ella en España ayudado de grupos de difusión de corte pseudocientífico. Trajo a Flèche a dar algunos de los cursos y llegó a publicar sus apuntes como libros propios.
Con la ayuda de un famoso adepto a ese movimiento, Txumari Alfaro (quizá ahora alguien entienda mejor alguna de sus desnortadas proclamas mediáticas), consiguió introducir la biodescodificación en cursos oficiales en Cuba. La historia es un tanto rocambolesca en este punto, ya que tras las demandas de plagio que recibe de Flèche, decide registrar la bioneuroemoción y renombrar las instituciones que había creado.
La bioneuroemoción usa como eje diferenciador y vertebrador el denominado Un Curso de Milagros, un libro escrito a finales de los 60 por la psicóloga Helen Schucman durante sus episodios de esquizofrenia, redactando lo que según ella le dictaba la voz de Jesucristo. Este libro, usado como desestabilizador psicológico por parte de muchos movimientos sectarios, induce a sus lectores a creer que la realidad es creada literalmente por nuestras mentes.
Corbera hace su relectura en clave de biodescodificación promulgando que “cualquier problema de nuestras vidas ocurre por un conflicto emocional no resuelto del que tenemos que tomar consciencia para sanarnos”. Con esta base, declara literalmente que un accidente, una violación o una agresión es creada por nosotros a causa de un pensamiento de desamor hacia nosotros mismos. Por supuesto, la enfermedad es solo una más de estas manifestaciones que “pedimos al universo”.
Hay más pseudoterapias inventadas ligadas a la bioneuroemoción: sintergética, bioreprogramación, neuroprogramación, psiconeurobiología, bioconsciencia…
El batiburrillo que genera Corbera no es desdeñable: trata de avalar sus premisas mediante la física cuántica (la Real Sociedad Española de Física se ha desmarcado de esas interpretaciones aberrantes), mezcla conceptos de new age, de pseudofilosofía, pseudorreligión, pseudobiología, toma como fuentes fiables a pseudocientíficos como Deepak Chopra o los ya mencionados Lipton o Sellam… El preocupante resultado es un movimiento que factura varios millones de euros al año y actualmente podría contar con más de 400.000 seguidores y que crece al ritmo de unos 7.000 nuevos cada mes, a los que convence de que pueden recuperar su salud (entre otras proclamas) tomando conciencia de los conflictos que han originado esos problemas.
Como en los movimientos anteriores, la lista de gente que retrasa o rechaza su tratamiento por estas creencias es grande y va en aumento, destacando el caso de una fallecida, Maribel Candelas, que el propio Corbera resaltaba como un ejemplo de curación de un cáncer metastásico sin necesidad de tratamiento, siguiendo únicamente su método. Desde diabéticos que abandonan la insulina hasta jóvenes que ni siquiera quieren oír hablar de su linfoma (porque “si no creen que están enfermos, entonces no estarán enfermos”), la lista de afectados es tan larga como cruel.
Desgranar este movimiento sería muy largo. Incluye aspectos tan repugnantes como la denominada cuarentena, en la que se les insta a cortar radicalmente todo contacto con sus seres queridos, o la profusa infiltración en medios de comunicación, colegios profesionales, universidades (como la Iberoamericana de Torreón en México y la Facultad de Medicina de Rosario en Argentina, que le han facilitado poder ofertar posgrados en la materia) y, por supuesto, una miríada de centros cívicos de ayuntamientos, por parte de la mucha gente que ha sido formada como acompañante y se cree con capacidad de tomar a su cargo la salud física y mental de terceros.
No son pocos sus adeptos con licenciatura sanitaria (Medicina, Enfermería, Fisioterapia, Psicología) que lo difunden desde el sistema sanitario. Preocupan especialmente aquellos que tratan con pacientes oncológicos. Solo hay que entrar en la sección de formadores del Enric Corbera Institute y contar el número de médicos que aparecen. El propio Corbera se licenció en Psicología, sin que hasta la fecha el Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña haya tomado medidas, pese a hacer más de tres años que se denunció su flagrante mala praxis.
Al igual que en otros casos, la bioneuroemoción cuenta con el apoyo de una minoría de profesionales sanitarios
La tríada de las principales sectas pseudoterapéuticas basadas en el origen emocional de la enfermedad (Nueva Medicina germánica, biodescodificación y bioneuroemoción) termina aquí, pero los grupos similares son muchos más, alguno surgido directamente de su seno, como la bioemoción. Hay otros movimientos parecidos (sintergética, la sanergia, la neuroemoción, bioreprogramación, biodeprogramación, neuroprogramación, neurocoherencia, psiconeurobiología, emocodificación, bioconsciencia…) y todos culpan de alguna forma al individuo y a su entorno de los males que sufren, y prometiéndoles curaciones mediante la “toma de conciencia de los conflictos que les han enfermado”.
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