Las sociedades españolas de Médicos de Atención Primaria (Semergen) y de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac) celebran los días 8 y 9 de febrero en Madrid el primer congreso nacional médico-farmacéutico, una cita que los presidentes de ambas sociedades científicas coinciden en definir como “un hito”, y no sólo por el carácter pionero del encuentro, ni por las cifras previas que le avalan (casi un millar de inscritos y más de 120 comunicaciones científicas), sino también, y fundamentalmente, “porque prefigura cómo debería ser la colaboración entre ambos colectivos profesionales en todo el territorio nacional”, asegura José Luis Llisterri, presidente de Semergen. Tan entusiasta como él de la cita, su homólogo en Sefac, Jesús Gómez, matiza, no obstante, que “este congreso no es un invento que nos hayamos sacado de la manga, sino la traslación efectiva de la colaboración diaria y permanente que mantenemos ambas sociedades, y que, por supuesto, está abierta a otros colectivos”.
Aquí, la vista de ambos se vuelve inevitablemente a Enfermería, “que, de hecho -dice Gómez-, está invitada a participar en alguna de las ponencias del congreso”, y que, según Llisterri, “es un colectivo que debe estar plenamente integrado en la atención multidisciplinar a un paciente crónico, pluripatológico y polimedicado”.
Llisterri dice que “son las sociedades las que deben liderar el proceso, pero la Administración debe hacerlo posible”
Pero las reticencias a ese maridaje, que las hay, no vienen sólo de fuera, sino también de parte de los profesionales a los que representan ambas sociedades. “Hay gente de una y otra parte que no ve con buenos ojos esta relación, pese a que, en el fondo, todos compartimos la convicción de que es buena para la sostenibilidad del SNS”, dice Llisterri. Estas reticencias tienen que ver, según el presidente de Semergen, con el marco competencial de cada colectivo: “Prescribir es una competencia inherente al médico, pero la indicación y atención farmacéutica son propias de la farmacia comunitaria y un complemento clave para la labor del médico, pese a que muchos facultativos ni siquiera la conocen, o no a fondo. Este congreso es un paso primordial para difundir ese conocimiento entre los médicos y para ver definitivamente al farmacéutico como un aliado”.
Un paso primordial … “y valiente”, apostilla el presidente de Sefac: “Yo no podría trabajar sin el médico de Familia, pero él tampoco si mí. La comunicación constante y fluida entre ambos -que, insisto, debería implicar a otros colectivos-redunda en beneficio del paciente”, afirma Gómez.
O dicho en palabras de Llisterri: “Es bueno que la farmacia difunda abierta y claramente que está en contacto con el médico de Familia, y que el propio médico derive a sus pacientes a la farmacia, porque esa es la mejor vía para hacerle ver al paciente que es el centro de un sistema en el que puede y debe sentirse protegido”. El presidente de Semergen está firmemente convencido de que el farmacéutico “es la figura clave para informar a la ciudadanía de los mecanismos de la llamada automedicación responsable compartida, y eso es algo que llevamos diciendo desde hace muchos años”.
Tres principios básicos
Esa fructífera relación, cuyas premisas básicas comparten ambos presidentes, debe sustentarse en tres principios que, según Llisterri, son irrenunciables: “Formación previa de los profesionales, consenso absoluto entre las partes y protocolización conjunta”. De hecho, el presidente de Sefac puntualiza que en la cita de Madrid se avanzará un listado de las dolencias menores y/o enfermedades leves que serían asumibles y tratables por el farmacéutico comunitario.
Gómez califica de “minusválidas” las guías de antibióticos que algunas CCAA han hecho sin la participación de Sefac
Llisterri y Gómez también coinciden en que todo este proceso colaborativo debe estar liderado por las sociedades científicas, pero la Administración también debe estar presente, “como un elemento aglutinador y dinamizador de esa colaboración. La Administración, central y autonómica, debe sentar las bases para materializar esa cooperación en temas de calado como la adherencia terapéutica o la pluripatología en cronicidad”, apunta Llisterri.
Con respecto a la Administración central, el presidente de Semergen recuerda que la estrategia de cronicidad que elaboró el Ministerio de Sanidad en 2012 “dejaba muy clara la necesidad de la colaboración interdisciplinar entre todos los colectivos de profesionales sanitarios; sobre el papel, todos tienen su papel en un sistema centrado en el abordaje de la cronicidad, y digo todos los colectivos, sin excepción. Era una excelente hoja de ruta oficial, pero no se presupuestó y, como ocurre con tantas otras iniciativas políticas, murió antes incluso de nacer”.
Experiencias autonómicas
En materia autonómica, el papel de las administraciones sanitarias es, según ambos, muy dispar. Hay experiencias concretas de colaboración en el País Vasco -según Llisterri, “es probablemente la comunidad autónoma que más arraigada tiene la idea de esa necesaria cooperación”-, en Extremadura y en la Comunidad Valenciana. Gómez apunta, además, la existencia de “acciones puntuales” en Andalucía y Galicia, pero matiza que “a nivel institucional, no hay un sentimiento generalizado de la importancia de ese trabajo conjunto”.
La colaboración debe sustentarse, según ambos, en tres principios: formación, consenso y protocolización conjunta
Como ejemplo de esas experiencias concretas, el presidente de Semergen cita el caso de Alcoy, en Valencia, “donde se está llevando a cabo un proyecto de colaboración multidisciplinar que está funcionando relativamente bien; implica al médico de Familia, a los farmacéuticos comunitarios y de primaria y a profesionales de Enfermería, y se está valorando conjuntamente a pacientes dependientes y pluripatológicos”. La falta de adherencia al medicamento es, según Llisterri, “elevadísima, y eso tiene consecuencias para el paciente, pero también genera unos altísimos costes al sistema. La colaboración interprofesional es clave para abordar este problema”.
Pero no todas las experiencias autonómicas son igual de satisfactorias. Gómez, en concreto, arremete contras las guías de antibióticos que están elaborando algunas comunidades sin la participación de Sefac. “Yo las llamo guías minusválidas, porque es imposible abordar el tema del uso de antibióticos sin contar con el farmacéutico comunitario”.
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