Eduardo Montero, médico internista, asegura que lleva veinte años pensando en cómo mejorar la atención a los pacientes quirúrgicos complejos. Hace casi una década se le ocurrió cómo llevar esta idea a la práctica: nació así la asistencia compartida, que hace tres años le llevó en comisión de servicio al Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, para implantar el modelo que ya empezaba a dar fruto en su centro de procedencia, el Hospital Príncipe de Asturias, de Alcalá de Henares.
Extensión
Actualmente, el modelo de asistencia compartida está implantado o se está implantando en tres hospitales de Madrid: Príncipe de Asturias, Ramón y Cajal y Alcorcón
En la práctica, la asistencia compartida supone una implicación total del servicio de Medicina Interna en la asistencia a los pacientes quirúrgicos:“Se trata de no prestar una atención simplemente puntual, a demanda del cirujano que solicita una interconsulta, sino de dar una atención integral desde el momento en que el paciente ingresa”, explica Luis Manzano, jefe del Servicio de Medicina Interna del Ramón y Cajal.
Pacientes complejos
Según explica Montero, “los pacientes quirúrgicos son cada vez más complejos, con más comorbilidades, porque los pacientes sencillos normalmente se intervienen en cirugía sin ingreso”. Por ello, desde el momento en que el paciente ingresa, uno de los internistas dedicados en exclusiva a este propósito -ahora mismo son tres- hace una valoración de riesgo, de modo que “se le pueda hacer un seguimiento en función de sus necesidades”.
Interés
Los buenos resultados despiertan el interés de otros centros; recientemente, representantes del Germans Trias i Pujol, de Barcelona, visitaron el Ramón y Cajal para conocerlo
Por el momento, la asistencia compartida se aplica en tres servicios quirúrgicos: Otorrinolaringología, Cirugía Plástica y Cirugía Maxilofacial, aunque la idea es extenderlo al resto de especialidades.
“Ya estamos trabajando con Traumatología, y otros como Neurocirugía y Cirugía Vascular están muy interesados y lo están valorando. Pero iremos poco a poco, porque hay que hacerlo bien, con calidad”, afirma Manzano.
Y es que una de las principales dificultades para extender el modelo es la necesidad de recursos: “Antes, cada paciente tenía un médico responsable: su cirujano. Ahora, aunque el primero sigue siendo el mismo, tiene dos, porque desde el servicio nos ocupamos del seguimiento, las complicaciones y las posibles interconsultas. Es decir, es como si al mismo tiempo fueran pacientes ingresados en Medicina Interna”, dice Montero.
Más profesionales
Por ello, los profesionales del servicio que se dedican a la asistencia compartida lo hacen a tiempo completo, lo que supone que ampliar su extensión supondría aumentar la plantilla, porque si no, “supondría una sobrecarga para el servicio de Medicina Interna difícil de asumir sin perder calidad”, reconoce Manzano.
Otra dificultad para el crecimiento del modelo, según Montero, “somos los propios médicos, porque supone un cambio de mentalidad importante”. Eso sí, no es insalvable; más bien, todo lo contrario:“Los recelos iniciales duran 15 días. En poco tiempo se ve que es un modelo que beneficia a todos, cirujanos, internistas y pacientes”.
Grupo profesional
La Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) cuenta con un subgrupo de trabajo de Asistencia Compartida e Interconsultas que encabeza Eduardo Montero
En palabras de Manzano, “es un modelo que incrementa la eficiencia y los cirujanos están encantados”. De hecho, dos de los servicios que usan este sistema “lo implantaron por su propia iniciativa”.
Y es que, según sostiene su creador, “los resultados avalan la asistencia compartida: reduce la estancia -en torno al 15 por ciento-, la mortalidad, los reingresos, el gasto farmacéutico y los rechazos de quirófano”.
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