Tras haber logrado la receta electrónica plena en España en marzo de 2019 con la incorporación de Madrid, el reto ahora es hacerlo con Europa. Y previsiblemente no será antes en 2021, en una cuarta oleada de países (hay cinco establecidas), con Italia,Luxemburgo, Lituania y Eslovenia. Así lo ha explicado este jueves Luz Hidalgo, coordinadora de interoperabilidad del Ministerio de Sanidad, en el XXIII Congreso Nacional de Informática de la Salud, Infors@lud2020. .
Nos cogen la delantera países vecinos como Portugal, que hace unos días superó ya las pruebas y se considera, por tanto, interoperable, junto con Chipre y Grecia. Esta sería la segunda ola de países que se incorporan al proyecto, tras los pioneros: Estonia y Finlandia, que lo fueron en 2018, y Croacia en julio de 2019. La tercera ola de países, que se incorporarán durante 2020, son Austria, Hungría, Irlanda, Polonia, República Checa y Suecia. “Están ya con las adaptaciones y las pruebas preliminares”, ha matizado Fidalgo.
Según ha aclarado Fidalgo, los países comienzan siendo prescriptores o dispensadores, a igual que ocurrió con la interoperabilidad en España por comunidades autoras. De esta forma, Estonia es dispensadora y Finlandia prescriptora.
Problemas por resolver
Si bien Fidalgo ha aclarado que aún no tienen constancia de incidencias, dados los pocos países que han comenzados ha desgranado los restos a los que se enfrentan. De hecho, hay constituidos varios grupos de trabajo permanentes.
Todos los casos existentes son los denominados AAB (se prescribe e un país y se dispensan en otro), y algunos de los servicios disponibles son:
- Visibilidad de tratamientos dispensables y activos.
- Se permiten las sustituciones (dadas las diferencias por países entre medicamentos).
- Se incluyen anulaciones de dispensación.
No se permiten dispensar estupefacientes ni realizar bloqueos cautelares.
Durante la sesión, Fidalgo comentó que existe un círculo de confianza entre los países, para que la información sea intercambiable y se respete la legislación de cada país.
Teniendo en cuenta la experiencia de España con las autonomías, nuestro país ha sido el encargado de crear la denominada máscara de búsqueda. Se trata de un modo de, al dispensar, activar el país de procedencia del paciente y saber qué información se le debe requerir. En algunos países no basta con la tarjeta sanitaria, sino que solicitan la fotografía de quien recoge la medicación; en otros no emplean tarjetas con bandas magnéticas, como el documento nacional de identidad. O, por ejemplo, hay países que permiten dispensar para dos años, cuando en España es por un mes. En total, existen 42 propuestas de cambio (10 en receta electrónica).
En resumen, los retos básicos son dos: la codificación (cada país tiene una nomenclatura, por lo que se está utilizando la clasificación ATC) y la posología. “En Europa casi ningún país tiene una posología estructurada; ahora se habla de traducir esos formatos. Finlandia lo envía en formato texto y el paciente lo lee en la pantalla del ordenador del farmacéutico”, señala Fidalgo.
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