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El CNIO invita a varios filósofos a hablar de los límites biológicos del ser humano

El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), filósofos y biólogos han reflexionado juntos sobre el impacto social de las ciencias de la vida, en una jornada abierta al público que se celebró el pasado19 de noviembre.

Los organizadores de este encuentro coincidieron hace unos meses en una exposición sobre la muerte; hablaron y hablaron, y las horas pasaron demasiado rápido. Maria Blasco, directora del CNIO, creadora de la primera terapia génica que prolonga la vida en mamíferos –ratones–; Antonio Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Málaga, autor del libro Transhumanismo. La búsqueda tecnológica del mejoramiento humano; y Arantza Etxeberria, profesora de Filosofía de la Ciencia en la Universidad del País Vasco, han buscado la ocasión de continuar su debate espontáneo, enriqueciéndolo con más expertos.

El resultado ha sido esta jornada, titulada CNIO Workshop on Philosophy & Biomedical Sciences: Debates on conceptual and social issues, que ha contado con el apoyo de la Fundación Banc Sabadell y cuyo objetivo ha sido acercar la filosofía a la práctica de la ciencia y fomentar el trabajo filosófico en estas áreas.

Del transhumanismo a la medicina personalizada

El encuentro se ha estructurado en tres sesiones, sobre temas que ilustran el impacto social de la biología molecular actual: longevidad, mejoramiento humano y transhumanismo, medicina personalizada y edición genética.

Envejecimiento, mejoramiento y naturaleza humana en la era del transhumanismo es el título del primer debate, en el que han participado Maria Blasco, Antonio Diéguez y Michael Hauskeller, director del departamento de Filosofía de la Universidad de Liverpool (Reino Unido). Aunque el envejecimiento y la muerte han estado siempre íntimamente ligadas a la naturaleza humana, perspectivas transhumanistas o posthumanistas presentan alternativas desafiantes en torno al mejoramiento humano que se deben abordar desde perspectivas tanto científicas como filosóficas.

La segunda sesión ha contado con la participación de Arantza Etxeberria, Henrik Vogt, médico y filósofo en el Centro para la Ética Médica de la Universidad de Oslo (Noruega), y Alfonso Valencia, director del Instituto Nacional de Bioinformática y del departamento de Ciencias de la Vida en el Centro de Supercomputación de Barcelona (BSC). Bajo el título Herencia ampliada, medicina de sistemas y medicina personalizada, los expertos han cuestionado el impacto de los factores no genéticos en la herencia, y cómo la biomedicina actual los tiene en cuenta en sentidos tanto conceptuales como prácticos. La medicina de sistemas y la medicina personalizada son parte de esta cuestión, ya que, por ejemplo, la discusión sobre cómo ha ser abordada la medicina personalizada ha de tener en cuenta puntos de vista tecnológicos y humanísticos por igual.

La jornada se ha cerrado con un debate sobre El impacto de la edición de CRISPR-Cas en la biología y la sociedad. Lluis Montoliú, director del Departamento de Biología Molecular y Celular del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), María Cerezo, profesora de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Murcia, e Íñigo de Miguel, profesor investigador en la Cátedra Interuniversitaria de Derecho y Genoma Humano de la Universidad del País Vasco, han discutido aspectos científicos, perspectivas filosóficas y desafíos éticos de esta novedosa técnica de edición genética de alta precisión, que ha abierto la puerta al desarrollo de nuevas terapias contra enfermedades como el cáncer.

Investigación y humanidad

Para Antonio Diéguez, coorganizador del encuentro, una cuestión central es si la dignidad humana se ve amenazada por el abanico de posibilidades que abren las nuevas técnicas. “Cuando se habla de modificar la línea germinal, por ejemplo, quienes se oponen suelen emplear tres argumentos: que atenta contra la dignidad humana; que no se debe jugar a ser Dios; y que es intrínsecamente malo”, ha explicado. “Ninguno me convence. Si se modifica el genoma en un embrión para evitar una enfermedad, ¿por qué implica pérdida de dignidad?”.

Un reto que sí contempla Diéguez es la posible aparición de desigualdades sociales, que serían más difíciles de superar que las actuales porque estarían cristalizadas en la genética de cada individuo.

Durante su intervención en la sesión sobre medicina personalizada y herencia no genética, la coorganizadora Arantza Etxeberria ha hablado sobre cómo la ciencia aborda la relación entre organismo y entorno. En su opinión, a menudo “la investigación en genética se fija mucho en la constitución biológica de las personas, pero descuida la importancia de los aspectos relacionales, tanto con el entorno en general como con otros organismos”.

En la experiencia de la también coorganizadora de la jornada, Maria Blasco, los científicos siempre consideran la parte ética de su trabajo: “Nunca investigaría nada que no me hiciese sentir que estoy haciendo algo positivo e intrínsecamente bueno. Se investiga para mejorar las cosas. No conozco a nadie que investigue para empeorar las cosas. Los límites están siempre presentes porque la ciencia es para el avance de la humanidad, no para su retroceso, ni para hacer cosas éticamente reprobables”.

Blasco ha hecho hincapié en la importancia de los encuentros entre ciencia y filosofía para debatir sobre las cuestiones más candentes de la biología y las ciencias biomédicas, así como para hacer frente a fenómenos como las fake news: “Juntos, científicos y filósofos podemos ayudar a frenar las mentiras, a hacer que los ciudadanos estén mejor informados. Espero que este encuentro en el CNIO sea el primero de muchos”.

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