El Premio Nobel de Medicina Eric R. Kandel, experto en biología de la memoria, mantiene que “andar previene, entre otras cuestiones, la pérdida de memoria”. Así lo ha manifestado en una ponencia que ha tenido lugar en el marco la tercera edición del CNS Exeltis Day. El encuentro se ha celebrado en Madrid este fin de semana y en él han participado más de 350 especialistas en Psiquiatría y Neurología, entre los que cabe destacar a Eric Kandel y al bioquímico español Juan Carlos Izpisúa Belmonte, experto en regeneración. Los coordinadores del encuentro, Jesús Porta-Etessam, jefe de Sección de Neurología del Hospital Universitario San Carlos (Madrid) y José Manuel Montes Rodríguez, jefe de Sección de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid), han apuntado respectivamente que estas reuniones ayudan a que “neurólogos y psiquiatras piensen juntos” y que los profesionales de ambas especialidades “están más que destinados a entenderse” para mejorar la atención al paciente.
En su ponencia “The Biology of Memory and Age Related Memory Loss”, el neurocientífico Eric R. Kandel ha hablado sobre cómo se identificaron los diferentes sistemas de memoria en el cerebro humano y cómo se demostró que estaban involucrados en dos formas principales de almacenamiento de memoria neural: la memoria simple para habilidades perceptivas y motoras y la memoria compleja para hechos y eventos. Además, Kandel ha ayudado a entender cómo la memoria a largo plazo se refleja en el crecimiento de nuevas conexiones sinápticas. Ha aprovechado para ilustrar también cómo nuestras percepciones sobre el almacenamiento de memoria nos permiten entender las dos formas principales de pérdida de memoria relacionada con la edad.
En este contexto, ha recordado la “increíble plasticidad” que tiene el cerebro y lo importante que es el trabajo para mantenerlo, puesto que “si no se utiliza se pierde”.
Respecto a las recomendaciones para prevenir y tratar la pérdida de memoria ha destacado andar, como clave para incrementar la liberación de osteocalcina, que actúa sobre el cerebro de manera directa. “Andar no es solo una forma de llegar a un lugar, sino de mejorar la memoria”. Por ello, es sumamente importante tanto entre los jóvenes, como los más mayores. Ejercitándonos podemos aumentar la liberación de osteocalcina y atenuar el déficit de memoria. Por supuesto, mantener una ingesta baja de grasa animal y controlar la hipertensión y la diabetes son también claves que contribuyen positivamente en la memoria. También asumir nuevos retos y tareas que aprender, independientemente de la edad, y tener actividad social.
Las contribuciones de Eric R. Kandel en el campo del aprendizaje y la comprensión molecular de los procesos cognitivos han sido determinantes. Durante su trayectoria, ha estudiado la estructura celular del hipocampo y ha propuesto teorías sobre la biología de la memoria. En colaboración con Arvid Carlsson y Paul Greengard, explicó el mecanismo de acción de la dopamina y de otros neurotransmisores, además de proponer sistemas de acción molecular del aprendizaje y la memoria. Dichos estudios le convirtieron en Premio Nobel de Medicina y Fisiología del año 2000. Además, se trata de estudios que han tenido una gran influencia en las explicaciones sobre la actividad cerebral en distintos trastornos como las enfermedades de Parkinson y de Alzheimer, la depresión y la esquizofrenia, entre otros. Se trata de uno de los aportes más importantes del siglo XX, momento en el que las neurociencias y el estudio de la sinapsis han sido de especial relevancia.
Por su parte, Juan Carlos Izpisúa Belmonte ha pronunciado la ponencia “Genética y epigenética del envejecimiento y del rejuvenecimiento”. El bioquímico español ha insistido en que si logramos retrasar el envejecimiento podremos dejar de tratar enfermedad por enfermedad. Ha explicado que conocemos muy poco sobre el comportamiento de los genes implicados en el envejecimiento, sin embargo sabemos más sobre el epigenoma, todas aquellas marcas químicas que se van añadiendo a nuestro ADN a medida que vamos creciendo. Y conocemos que el epigenoma interactúa con el medio ambiente. El genoma de hace cien años, el de nuestros abuelos, es idéntico, pero no el epigenoma. Por lo tanto, entender cómo cambia mientras envejecemos podría significar el tratamiento de muchas enfermedades.
También ha señalado que a pesar de que los modelos animales nos han llevado a avances, “necesitamos añadir modelos de experimentación más cercanos al ser humano”. En este sentido, ha avanzado que, como los experimentos con monos permiten una “traslación más directa al ser humano”, es en ellos donde se ha empezado a estudiar el envejecimiento.
Izpisúa Belmonte, director del Laboratorio de Expresión Génica Cátedra Roger Guillemin, es profesor en el Instituto Salk y dirige uno de los equipos de investigación de más alto prestigio en el campo de la biología. Su área de investigación se centra en la comprensión de la biología de las células madre, el desarrollo y la regeneración de órganos y tejidos.
Durante la jornada, se han abordado otros temas como el síndrome de Tourette, con su amplio espectro sintomático e interesantes aspectos fisiopatológicos; los síntomas psiquiátricos en el paciente epiléptico; y la creación de la consciencia, entre otros. Y es que la jornada de psiquiatría se ha centrado en aspectos prácticos aplicables en el día a día. Por lo que respecta a neurología se han analizado los últimos avances en conceptos neurobiológicos, clínicos, diagnósticos y terapéuticos.
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