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“El problema no es dar galletas a los enfermos, sino la desnutrición”

Irene Bretón, médico de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Gregorio Marañón,  preside la Sociedad Española de Endrocrinología y Nutrición (SEEN) desde 2017. Opina que es necesario potenciar aspectos como el cribado nutricional y reflexionar acerca de estrategias nacionales como la de la diabetes.

Se acerca la elección MIR y Endocrinología está entre las posiciones intermedias de preferencia entre las diferentes especialidades. ¿Qué esperan?

Aspiramos a mejorar, como todas las especialidades. Por eso se está trabajando en identificar los motivos por los que los residentes la han elegido. Por ejemplo, un punto de interés es el desarrollo de nuevas técnicas, como la ecografía de tiroides.

¿Están satisfechos con la presencia en el grado de Medicina?

Estamos presentes en la carrera universitaria, pero creemos que hay partes que se estudian menos, como el área de nutrición, que se imparte de forma heterogénea en las facultades de Medicina. Es un aspecto que estamos evaluando: cómo se está enseñando la especialidad en las facultades, cuántas horas, en cuántas facultades es una asignatura específica…

Volviendo al MIR, el programa de la especialidad data de 2006. ¿Qué habría que revisar?

Hay un grupo de trabajo que ha elaborado un documento específico sobre nuestras áreas de competencia y se ha solicitado un año más, porque los cuatro actuales serían insuficientes. Por ejemplo, sería conveniente dedicar un año a la nutrición clínica. Se ha avanzado en los últimos años de forma importantísima en este área. Antes los MIR tenían que rotar fuera porque había pocos hospitales que tuvieran una unidad propia, mientras que ahora la mayoría atiende a los pacientes de su propio centro. También hay que tener en cuenta que hay cada vez más tecnología nueva, como la ecografía tiroidea o en todo lo relacionado con la diabetes tipo I.

“Se ha solicitado aumentar la formación MIR a cinco años, para profundizar en la nutrición clínica e incluir avances tecnológicos”

¿En qué otras iniciativas está implicada su sociedad científica?

Además de establecer vínculos con otras sociedades y asociaciones de pacientes para mejorar el tratamiento de patologías como la obesidad o la diabetes, estamos apoyando la política de becas a través de los grupos de trabajo de la SEEN porque con la crisis ha bajado muchísimo la investigación. Nuestro grupo Endojoven, para quienes han terminado el MIR, está trabajando en la formación en áreas transversales como la gestión. Además, intentamos que el conocimiento de nuestras actividades formativas no se quede en las salas, sino que grabamos las sesiones para que se puedan ver en diferido a través de nuestra web.

Ahora que se habla tanto de la falta de médicos, ¿hay suficientes especialistas?

En general faltan especialistas y en algunas comunidades, como Andalucía y Baleares, todavía más. Tememos además que esos puestos que se queden libres a medida que se vayan jubilando los médicos no se cubran de forma adecuada. Hay plazas que se están amortizando y eso no debe ser así. Pero no sólo importa el número de especialistas, sino cómo pueden desempeñar su labor. Es muy importante el trabajo multidisciplinar y que cada uno tenga claro su papel.

Partiendo de que uno de los aspectos de los que se ocupa la especialidad es la Nutrición, ¿no sufren intrusismo de otras profesiones, sobre todo en el ámbito privado?

Hay una gran confusión y por supuesto que hay intrusismo, sobre todo en lo que tiene que ver con la obesidad. Por eso una de las estrategias de la sociedad científica ha sido definir quiénes somos y cuáles son las funciones dentro de los servicios del médico endrocrinólogo nutricionista, las de la enfermera y las del dietista-nutricionista, que nosotros defendemos que forme parte de la sanidad pública. En el entorno privado, salvo alguna unidad, parece que el endocrinólogo y el nutricionista van cada uno por su lado, cuando lo lógico es que se trabaje conjuntamente.

Una de las responsabilidades de los especialistas es encargarse de asesorar al hospital respecto a la alimentación de los pacientes ingresados.

La comida del hospital forma parte de nuestras competencias, si bien la colaboración varía por centros según los servicios de cocina estén externalizados o formen parte de la estructura del centro. Pero lo que sí es obligatorio es encargarse del código de dietas y explicar al resto de profesionales que la comida que reciben los pacientes forma parte de su tratamiento, venga de donde venga. Uno de cada cuatro pacientes ingresa desnutrido y esta tasa aumenta con la hospitalización. Afortunadamente, cada vez más centros realizan el cribado nutricional, pero debería ser una práctica universal.

“La explosión de tratamientos en diabetes requiere una reflexión y no quedarnos en criterios de gasto a corto plazo”

La comida de hospital tiene mala fama, no sólo porque esté más o menos buena, sino por la presencia en la dieta de los pacientes de alimentos como las galletas.

En cuanto a la polémica de las galletas, mi opinión es que la calidad nutricional no es igual en todas y, además, la función fundamental de la comida en el hospital es adaptarse a las características de los pacientes. En concreto, las galletas son alimentos de fácil masticación; una tostada con aceite y un zumo de naranja no sería un desayuno adecuado si un paciente tiene mucositis, por ejemplo. La misión de la comida en los centros sanitarios es prevenir la desnutrición, no la obesidad. Las necesidades de las personas hospitalizadas son diferentes a las de las personas cuando están en su domicilio. No se pueden aplicar los mismos estándares y no es fácil por las restricciones de los enfermos. El problema relevante no es galletas sí o no; tenemos que identificar esa desnutrición inicial y tener en cuenta que los pacientes no toleran los mismos alimentos que la población general.

¿Echan de menos alguna estrategia nacional, ya sea nueva o revisión de alguna ya existente?

Las estrategias sobre las patologías crónicas necesitan más dinamismo. Por ejemplo, la de diabetes está muy establecida, pero se necesita un mayor contacto con ciudadanía y mejor coordinación entre niveles. Han evolucionado el diagnóstico, el tratamiento, los pacientes, la evolución, y no podemos manejar los mismos estándares. La explosión en tratamientos en esta patología requiere una reflexión profunda y no limitarnos a quedarnos anclados en criterios que se fijan en el aspecto económico a corto plazo.

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